Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/59

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

EL ALMA DE LA MUJER 57 enteramente a su demérito. Cierto que tal indecisión ha con- cluido por dar lugar a que sean los hombres los que manden contra lo que creen algunos de que sea fruto de ese mando varonil; pero no es menos cierto que esta sumisión casi es- pontánea de la mujer es la que ha permitido construir sobre bases de granito la institución a que la mujer debe estar más agradecida: la del matrimonio.

Jamás el hombre se hubiera avenido a una unión pet- manente si no hubiera conquistado con ella una suprema- cía. Nunca tampoco se hubiera la mujer sometido al hombre, si la dependencia le hubiera resultado tan dolorosa como a él. La mujer aceptó fácilmente la sumisión, porque presentía que en ella iban ganando sus intereses, más que sí se gobernase de por sí; porque el obedecer ahórrale una infinidad de inde- cisiones, de remordimientos y pesares, que sin falta la acome- ten y atormentan siempre que se ve obligada a tomar de por sí una determinación. :

De suerte que la indecisión femenina no sólo cimenta poderosamente la unión del hombre con la mujer, sino que también hace que esa fusión resulte más amable y prove- chosa.

La incertidumbre, el susto que la mujer experimenta an-

te la idea de encontrarse sola, su necesidad de un. hombre que la dirija y apoye, es la razón de la humildad, de la ilimita- da admiración que la mujer propende a profesar al hombre, al cual considera instintivamente como su protector; humil- dad y admiración que ejercen atracción grande en el hombre. Pues éste, que posee la suficiente dosis de egoísmo para di- rigirse a sí mismo y dirigir a la mujer, siéntese muy hala- gado con esa prueba de superioridad que la mujer le pide— y que tan poco trabajo le cuesta—y sabe sacar de ella buen partido.

Los hombres prefieren a las mujeres tímidas, cortas de genio, a las cuales pueden complacer a poca costa, antes que a las mujeres decididas, debrouillardes, a los marimachos que no los necesitan.

De otra parte, la incertidumbre, la falta de un criterio a gue atenerse, la indecisión pueden ser causa de. felicidad pa- ra la mujer cuando da con un hombre viril que se impone