53 GINA LOMBROSO A A el deber de prestarle su egoísmo y energía, y la defiende, di- rige y protege, encauzando su actividad y sus ardores.
Por eso creo yo nocivo a los intereses femeniles esa cam- paña que diariamente se riñe hoy por eximir al hombre de ésa su misión, imputándole a gran mérito el que deje a la mujer en la mayor libertad. .
Así como por todas las razones apuntadas, es la mujer indecisa por naturaleza, esa tan decantada libertad se reduce a ser un desahogo para el hombre-——que en el fondo cifra su felicidad en no tener que atender para nada a la familia—y en un recargo de dudas, indecisiones y pesadumbres para la mujer.
Más que para emancipar a la mujer, insistiría yo para hacer más caballeresco al hombre, lo que implicaría la doble ventaja de afinarle y pulirle a él, y satisfacer al mismo tiem- po las necesidades femeninas.
Con efecto; ese apoyo que la mujer pide al hombre, quizá sea el medio más poderoso que haya imaginado la na- turaleza para refrenar el egoísmo del hombre. El aitruísmo nace en la mujer de la sencilla circunstancia de que los seres a ella encomendados sucumbirían si ella no los atendiese—y por modo análogo nace también en el hombre en casos se- mejantes, como se ha visto en la guerra, entre oficiales y sol- dados. o
Del mismo modo y a la inversa crece el egoísmo en el hombre a medida que se le deja de pedir ayuda, concluyen- do por creerse dispensado de prestársela a nadie.
De suerte que la armonía social no tiene nada que ga- nar, y sí mucho que perder con la emancipación femenina, mientras que tanto la sociedad como las mujeres tendrían de- recho a esperarlo todo, si se, le obligase al hombre a ser más caballeresco, a prestarle más ayuda a la mujer, lo que redun-
daría en mejoramiento del mismo hombre y en alivio del mundo femenil.
AMOR PROPIO
1 necesidad instintiva que siente la mujer de apoyar- E en los demás Para acertar con su propio camino, determina a enorme importancia que la mujer concede al juicio ajeno,