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par nuestro o no goce más que nosotros hasta cuando el triunfo de nuestras aspiraciones pudiera acarrear un daño ge- neral, pues queremos 'que impere en el mundo un reparto equitativos de dolores. .
El sentido de la justicia presupone una altísima inteli- gencia que nos permita distinguir con toda claridad lo ver- dadero de lo falso, el bien del mal, el interés general del pri- vado y un amplio, generoso altruísmo que nos induzca a hacer abstracción de nuestro bien con miras al bien gene- ral,
Envidia, celos, sed de venganza y demás cosas por el estilo, presuponen una escasa comprensión mental que impi- da ver la realidad que bajo la apariencia se oculta y un tor- cido recelo que nos haga fijar la vista en el plato ajeno an- tes que en el propio; pero, sobre todo, un feroz y mal en- tendido altruísmo que nos mueva a perseguir con tesón no tanto nuestro personal interés como el evitar que el prójimo logre el suyo, sacrificando incluso a la alegría ajena nuestra propia alegría y al bien ajeno nuestro propio bien.
Celos, envidia, sed de venganza, etc., se dan así en la mujer como en el hombre, sólo que en éste resultan limita- dos por el dominio de su egoísmo. El hombre envidia al amigo que ocupa el puesto o logra los honores que él ambi- ciona, siente celos de quien quiere arrebatarle lo que es su- yo, y se venga ferozmente cuando ha sufrido un daño po- sitivo, Pero la mujer es celosa y envidiosa no sólo por ella misma. sino también por el marido, el hijo, el padre, el ami- go, y toma feroz venganza, no sólo por su cuenta. sino tam- bién por la de ellos. Madame Caillaux da muerte al enemigo de su marido, con el cual no tenía personalmente ningún resentimiento. Todos los días vemos madres de familia ane. movidas de pura envidia, hacen todo lo posible por infernar mátrimonios amigos de sus hijas. La mujer es celosa y envi- diosa de todos y por todo, de los bienes de fortuna que po- seen sus amigas, aunque no aspire a ellos; siente celos de cuantas mujeres conoce y hasta de aquellas que no conoce, y no es raro ver madres que ponen en guardia a sus hijos contra la futura nuera que aun están por elegir. j
Celos, envidia, sed de venganza, son sentimientos que hacen sufrir grandemente a la mujer y resultan nocivos para