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EL ALMA DE LA MUJER 19

Más adelante, cuando la niña, convertida en mujer, de- jó ya la muñeca, cuando no se atreve a confiarles en alta voz sus sentimientos a los seres inanimados, comunícase con ellos mediante el pensamiento. Los animales, las plantas. los mue- bles que la rodean, vienen a ser para ella otros tantos seres vivos y humanos.

Toda mujer recordará la pena absurda que sintió el día que tuvo que abandonar, no digo ya la casa, sino un anima- lito, una planta, en que había puesto su cariño. Toda mujer puebla su casa de recuerdos—de objetos nimios, descabala- dos—que ella tiene en gran estima por haberles vivificado.

Señalan los médicos como causa harto frecuente de lo- cura femenil, el dolor de haber tenido que desprenderse de los muebles y de la casa, tanto, que Lombroso proponía que en el Código le correspondiesen los muebles de derecho a la mu- jer.

Este fanatismo atribúyese unas veces a sensiblería y otras a un especial sentido de la propiedad. Lo que no es cier- to, ya que la mujer tómales igualmente apego a cosas que no son suyas: a los bancos del colegio, al cuartito de la pensión, incluso a los muebles de sus amos.

La mujer tiéneles cariño a los muebles de su cuarto, a las flores y plantas de su jardín, no porque sean de su pro- piedad ni con la mira de poblar su fantasía, sino porque ella los ha animado, y son seres vivos, depositarios de sus pensa- mientos, confidentes de sus alegrías y de su pesares, lo mis- mo que su muñeca, cuando era una niña.

Este idealismo es causa de graves desacuerdos entre ella y tl hombre. Este, que no lo siente—antes al contraric, suele hacer befa y mofa de él —, destrózalo brutalmente muchas ve- ces, sin percatarse del dolor que con ello causa. Pero, ¿es esa una razón para eliminar ese idealismo del corazón de la mu- jer? - ¿Ha de darse por perdido para la sociedad este inge- nuo amor? No; esta absurda vivificación sostiene a la. mu- jer toda su vida, infundiéndole hasta cuando está sola, la ilusión de hallarse rodeada de confidentes seguros y devotos, por lo que constituye una gran ventaja social, ya que es la “base de ese cuidado con que la mujer mira indistintamente

por cuantos objetos tiene a su alrededor.