Página:Lopez La seniorita Raquel.djvu/6

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Lía. — Ni yo; cuéntenos, señorita, ¿quiere? cómo se fabricaban tan extraños relojes.

Sta. Raquel. —¡Ah curiosillas! Estoy segura de que ustedes creerán que los tales relojes se ha- cían con rayos de sol o con una pasta de arena. Nada de eso. Guando, en épocas muy remotas, los hombres querían medir el tiempo, clavaban una pica en el campo y observaban su sombra a los rayos del sol. Según la hora, la sombra era más o menos larga y caía a uno u otro lado. Por las mañanas era muy larga y caía hacia el Oeste.

Rodolfo. — Es claro, puesto que el sol sale por el Este.

Sta. Raquel. — Precisamente; pero a medida que se acercaba el medio día, la sombra se hacía cada vez más corta. Pasada esa hora la sombra volvía a crecer, sólo que, en lugar de caer hacia el Oeste, caía hacia el Este.

Sara. — Hoy mismo haré un reloj de sol en el jardín de casa.

Sta. Raquel. — Más tarde, alguien quiso perfec- cionar ese reloj, y lo hizo colocando una piececita de metal sobre un disco de madera, en el que se marcan las horas según la dirección de la sombra que esa pieza de metal arroja.

Luis. —Pero se me ocurre, señorita, que las per-