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— 133 — dirección y, al cabo de dos cuadras, se detuvo encantado de su descubrimiento.

Estaba depositado allí, desde muchos días antes, un gran montón de esa piedra molida que los empedradores emplean para rellenar las calles antes de adoquinarlas. Miguel se acordó entonces de haber jugado a subir y bajar de la montaña, como llamaban sus amiguitos del barrio a ese


Los arroyos y ríos arrastran piedras que depositan en sus orillas.

montón de piedra molida; pero esa montaña no era sola- mente de piedra, pues la tierra y arena acumuladas sobre ella por el viento habían formado con el pedregullo, me- diante la acción de las lluvias, una masa que bien podía ser comparada a una montaña en miniatura.

Miguel notó que por las laderas de ésta bajaba el agua con rapidez, y comprendió entonces que de allí provenían las piedrecitas encontradas en el arroyo, que desde el pie de la montaña corría por cuadras y cuadras, engrosado por las aguas que bajaban de la calzada.