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más interesante de cuantos le oí, relativo a su viaje en carreta desde Tucumán a Buenos Aires, cuando él con- taba diez y scis años.
— ¡Cuéntalo! ¿quieres? ¡cuéntalo! — pidieron en coro los chicos.
Pues, allá va — dijo la tía — y empezó así: Mi abuelo comenzó liciéndome que contaba quince
Tropa de carretas en viaje.
años cumplidos cuando terminó sus estudios primarios en Tucumán; como yo entonces tenía once y cursaba el cuarto grado, le manifesté mi sorpresa de que él hubiera necesitado tanto tiempo. Pero el buen anciano me explicó que allá por el año de 1816, en que tenía lugar su cuento, no había escuelas públicas en Tucumán y costaba mucho conseguir maestros. Los que no tenían recursos se que- daban sin recibir instrucción, pues había que pagar a los maestros que la daban a domicilio.
