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LA VIDA EN EL EXTREMO SUR

A los que vivimos en las regiones templadas o cálidas, nos cuesta trabajo imaginarnos cómo se vive en la extre- midad sur de nuestro territorio. Los datos que al respecto nos hacen conocer los que recorren aquellas regiones, re- sultan en extremo curiosos, y parecen referirse a un país que no fuera el nuestro.

Lo que imprime carácter tan particular a las tierras del extremo sur es principalmente el clima, circunstancia que por otra parte da su fisonomía a toda región geográfica.

Les hablé antes de la rica vegetación del Chaco y de Misiones, y les dije que ella se debe sobre todo al calor y a la humedad propios de esa región; tan rica y variada como la vegetación es allí la fauna, representada por ani- males de todas las especies y en tal número que los hom- bres de ciencia no acaban de conocerlas.

Pues bien, en el sur, donde el clima es frío y seco, la naturaleza vegetal y animal se manifiesta pobre.

Es cierto que en la Tierra del Fuego existen bosques de árboles gigantescos que, aunque de follaje ralo y duro, procuran excelente madera. La vegetación menor, o sea las plantas y hierbas, presentan pocas variedades útiles, pero asimismo no faltan pastizales que permiten la cría de ani- males, si bien en limitado número. Aun en las costas mis- mas hay muchos parajes cubiertos de plantas marinas y musgos que, vistos de lejos, dan la impresión de tierras cultivadas. Y en algunos sitios donde hoy no crece plan- ta alguna, existen restos de antiguos bosques de pinos,