Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo II (1891).pdf/67

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
61
Los anales.—Libro XII.

la fortuna de entrambos. Los centuriones y tribunos que, mostraban compadecerse de la mala fortuna de Británico fueron removidos de sus oficios, unos con causas fingidas, y otros so color de acrecentamientos. Y cuanto á los libertos, si sabían de algunos que conservasen para con su sefor lealtad y fe incorrupta, al momento los despedían y apartaban con los mismos pretextos. Encontrándose una vez Nerón y Británico, Nerón saludó á Británico por su nombre y él le llamó Domicio. Esto, como origen y principio de discordias, contó Agripina á su marido con mucho sentimiento, diciendo: «que se menospreciaba la adopción; que se anulaba en casa del príncipe lo que se había hecho con decreto del senado y voluntad del pueblo, y que si no se castigaba la malicia de los que aconsejaban á Británico el usar de tan injuriosas palabras, reventaría con daño universal de la república.» Alterado, pues, Claudio con estas cosas y acriminándolas por graves delitos, hizo morir y desterrar á los mejores maestros que tenía su hijo, entregándole en poder de maestros escogidos por su madrastra.

No se atrevía con todo eso Agripina á poner en ejecución las cosas de mayor consideración que tenía trazadas, hasta quitar del cargo de los pretorianos á Lusio Geta y Rufio Crispino, los cuales creía que acordándose de los beneficios recibidos por Mesalina, serían obligados y dependientes del todo de sus hijos. Y así, mostrando á Claudio que las cohortes, con la ambición de dos cabezas, podían dividirse en parcialidades, y que se conservaría mejor la disciplina militar gobernándolas uno solo, hizo de suerte que al fin se transfirió el cargo de aquellas guardias en Burrho Afranio, hombre señalado en cosas de guerra, mas que no ignoraba á instancia de quién había alcanzado aquel puesto. Quiso también Agripina señalar más altamente su grandeza y majestad con subir al capitolio en carroza; cosa concedida antiguamente á solas las sacerdotisas y á las estatuas consagradas á los dioses, y que aumentó grandemente la ve-