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Los anales.—Libro XII.

acostumbrada facilidad, no usó de otro color para encubrir lo que hacía en gracia de uno solo.

Mas los de Bizancio, alcanzada licencia de hablar, mientras ruegan al senado que los descargue de los excesivos tributos que pagaban, repitieron todo cuanto les podía ser de provecho en su pretensión. «Comenzaron por la confederación asentada con nosotros cuando hicimos la guerra al rey de Macedonia, llamado por su vileza Filipo falso. Y prosiguieron con que después de esto habían enviado su ejército en nuestra ayuda con Antioco, Perseo y Aristónico, y ayudado á Antonio en la guerra contra los corsarios; trayendo también á la memoria los ofrecimientos y servicios que habían hecho á Sila, á Lúculo y á Pompeyo. Y finalmente, alegaron los recientes méritos para con los Césares, cuando se hallaban en aquellas partes, las comodidades dadas á sus capitanes y á sus ejércitos en sus pasajes y tránsitos de mar y tierra, portes de vituallas y otras cosas necesarias.» Porque los Griegos fundaron á Bizancio en el extremo y remate de Europa sobre el estrecho que la divide de Asia; y fué así, que consultando con el oráculo de Apolo Pitio sobre el puesto donde edificarían una ciudad, les dió por respuesta aque tomasen asiento frontero de la tierra de los ciegos. Esta obscura y ambigua respuesta se facilitó considerando la ceguedad de los Calcedonios, los cuales, habiendo aportado allí primero, no advirtiendo la comodidad del mejor sitio, escogieron el peor. Tiene Bizancio el territorio fertilísimo y el mar fecundo, porque una cantidad infinita de pescado, saliendo del Ponte Euxino medroso de los grandes peñascos que hallan atravesados debajo de las ondas, dejando el curso de la otra costa, se arroja todo dentro de aquellos puertos. Cosa que habiendo sido primero causa de sus ganancias y trato, y después de infinitos pechos y cargas insoportables, les obligaba á pedir fin ó por lo menos alivio á tanto peso: ayudándolos el príncipe con