Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/101

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
83
Los anales.—Libro II.

viese la guerra contra los Angrivarios, si no se entregaban luego; mas ellos, rindiéndose á discreción, alcanzaron perdón de todo.

Estando ya muy adelante el verano, se envió por tierra á los acostumbrados invernaderos una parte de las legiones; la otra mayor por el río Amisia condujo el césar al Océano. Rompían al principio el mar quieto y apacible los remos y las velas de mil naves, cuando saliendo de un globo negro de nubes un pedrisquero con tempestad arrebatada, comenzaron las olas á levantarse tan altas, que del todo impidieron á los pilotos el tino y el modo de gobernar, y los soldados, medrosos y no acostumbrados á los peligros y faenas de la mar, mientras embarazan á los marineros ó fuera de tiempo los ayudan, impiden el necesario ejercicio de los prácticos. Resuélvese después todo aquel cielo y mar turbado en un viento soberbio de mediodía, el cual, reforzado por innumerables nubes, arrojadas de las montuosas regiones y profundos ríos de Germania, y hecho más violento por la frialdad del vecino septentrión, arrebata las naves arrojándolas en lo más descubierto del Océano ó en islas rodeadas de escollos ó peligrosas por la incertidumbre del fondo. Escapados algún tanto y con gran dificultad los navíos de estos lugares peligrosos por haberse mudado la corriente que los llevaba á merced de los vientos, cayeron en otro mayor, no pudiendo echar las áncoras, ni agotar el agua que entraba dentro de los bajeles, para alivio de los cuales comienzan á arrojarse caballos, bestias de carga, bagaje y hasta las mismas armas, deseando, con librarse de aquel peso, evitar la entrada de las ondas y vaciar las que ya habían entrado por los costados.

Cuanto es más tempestuoso que los otros mares el Océano y el cielo de la Germania más riguroso y áspero, tanto fué mayor y más nuevo aquel estrago, en medio de las riberas enemigas y del mar tan extendido y profundo, que no sin causa se cree ser el último de todos, y que después de él