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Los anales.—Libro II.

provocar por frente al enemigo, y otras escuadras que entre tanto cavasen la tierra á las espaldas, á todos sucedió prósperamente. Pasa con esto Germánico tanto más animosamente adelante; saquea el país; sigue á los enemigos que no se atreven á hacerle rostro, y rompe á los que se le hacen, jamás con el espanto y terror que entonces, como se supo por relación de prisioneros, á cuya causa «publican á los Romanos por invencibles y por ningún accidente superables, pues que perdida la flota y las armas, después de haber cubierto la playa de hombres y de caballos muertos, los acometían con la misma fuerza y con el mismo ánimo que si hubieran crecido de número»».

Redujo después los soldados á sus invernaderos, alegres de haber con esta próspera facción recompensado los trabajos de la mar: añadióseles el gusto con la gran liberalidad del césar, que pagó á cada uno los daños que constó haber recibido. Nadie pone duda en que los enemigos estaban suspensos y con intento de pedir la paz, ni de que el verano siguiente se hubiera podido acabar la guerra; más Tiberio coff continuas cartas lo llamaba para recibir el triunfo que se le había decretado, diciendo «que ya había trabajado harto; que había tentado la fortuna bastantemente, dado y ganado grandes y felices batallas; mas que era justo acordarse también de los crueles daños que, aunque sin culpa suya, habían causado la mar y el viento: que él había sido enviado nueve veces á Germania por Augusto, obrando más con el consejo que con la fuerza, rindiéndosele por este medio los Sicam bros y los Suevos, obligando á la paz al rey Maroboduo, y que estando, como estaba ya, harto vengada la sangre romana, no había peligro en dejar á los Queruscos y á las demás naciones rebeldes en poder de sus discordias intestinas». Y pidiéndole Germánico un año de tiempo para fenecer aquellas empresas, tentó más apretadamente su modestia ofreciéndole el segundo consulado, para cuya administración era necesaria su presencia; aña-