diendo juntamente que, si todavía quedaba algún rastro de guerra, dejase aquella ocasión á Druso, el cual, no habiendo enemigos en otra parte, no podía ganar nombre de emperador ni láurea sino en Germania. No se detuvo más Germánico, si bien conocía ser todo fingido por envidia y por apartarle del ya ganado esplendor.
En este tiempo fué acusado de tentar cosas nuevas contra el estado Libón Druso, de la familia Scribonia. Contaré distintamente el principio, el orden y el fin de este suceso; habiendo sido hallado entonces lo que después por tantos años afligió y consumió la república. Firmio Cato, senador, amigo íntimo de Libón, tuvo maña de persuadir al mozo incauto y vano el dar oídos a caldeos, á magos y á intérpretes de sueños; y representándole que Pompeyo fué su bisabuelo, Scribonia su tía de parte de padre, mujer que fué de Augusto, los césares sus primos, su casa llena de insignias de nobleza, le exhortaba á vivir viciosamente, tomar dineros prestados, haciéndosele compañero en los deleites y en las demás cosas secretas por convencerle mejor con los indicios.
Cuando le pareció tener suficientes testigos y esclavos que pudiesen testificar lo mismo, pide audiencia al príncipe, dando cuenta del delito y del delincuente por vía de Flaco Vesculario, caballero romano, gran privade de Tiberio, el cual, aunque no menospreció el aviso, no quiso verse con el acusador, diciendo: «que por medio del mismo Flaco se le podía dar entera noticia de todo.» Ilace en tanto pretor á Libón; convídale á su mesa sin mudar de rostro ni alterarse de palabras, tanto sabía tener escondido su enojo; y pudiendo atajar los intentos de Libón, quería antes saber lo que hacía y decía, hasta que un cierto Junio, persuadido á que con enredos y conjuros hiciese comparecer sombras infernales, lo refirió á Fulcinio Trión. Era entre los acusadores muy celebrado el ingenio de Trión, como de hombre que se holgaba de tener ruin fama. Pone luego la
