Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/56

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
38
Cayo Cornelio Tácito.

mismos dado la absolución: ni el césar trataba de impedirlo, visto que sin mostrarse él, la crueldad y el odio del hecho se quedaba entre ellos. Á su ejemplo hicieron lo mismo los veteranos, á quienes poco después envió el césar á los Retios, so color de defender aquella provincia de la invasión de los Suevos; mas a la verdad no fué sino por apartarlos de aquellos alojamientos horribles, no menos por la aspereza del remedio que por la memoria del mal. Después de esto se hizo la reseña y elección de los centuriones. El que era llamado por el general decía su nombre, su grado en la milicia, su patria, el número de los gajes ganados, las bazañas hechas en la guerra, y los que habían merecido algunos premios militares hacían que fuesen vistos: si los tribunos, si la legión aprobaban el valor y la bondad del tal, quedaba con el cargo; mas si por común consentimiento era inculpado de avaricia ó crueldad, al momento era echado de la milicia. Acomodadas así las cosas, quedaba todavía otra empresa no de menor trabajo á causa de la ferocidad de las legiones quinta y veintiuna, alojadas en Vetera (1) (así se llama el puesto), distante de allí quince leguas, porque habiendo sido los primeros á mover la sedición y cometido las mayores maldades por sus manos, no arrepentidos ni medrosos por el castigo de sus compañeros, conservaban todavía el enojo.

Por lo cual, resuelto el césar en deshacerlos cuando no quisiesen volver á la obediencia, previno cantidad de navíos para, embarcado en ellos, bajar el Rhin abajo en compañía de los confederados.

En Roma, ignorando el efecto de las cosas del Ilirico y sabido el motin de las legiones germánicas medrosa la ciudad murmuraba de Tiberio «de que mientras se hacía de rogar con fingidas dilaciones para encargarse del impe(1) Se sobrentiende castra, hoy día Vettern, según unos, ysegún otros, Forstemberg.