Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/72

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
54
Cayo Cornelio Tácito.

al repartir de los bastimentos, se hallaron todos llenos de lodo y de sangre: lamentaban con esto aquellas funestas tinieblas, y lloraban el último y solo día que les quedaba de vida á tantos millares de hombres. Acaso un caballo, habiendo roto el cabestro y corriendo de acá y do acullá espantado de las voces y del ruido, hizo huir á algunos de los que concurrieron á detenerle; esto, pues, causa tal espanto en el ejército, pensando que los Germanos entraban el campo, que á gran furia comenzaron todos á acudir á las puertas, especial á la decumana, como la más apartada del enemigo y la más segura para los que huían. Cecina, asegurado de que era alarına falsa, no pudiendo con autoridad, con ruegos ni con la espada detener á los fugitivos, se tiende sobre el lindar de la puerta para cerrar el paso a los que se avergonzasen de pisar el cuerpo de su legado: ayudó mostrar entretanto los tribunos y centuriones la vanidad del temor. Entonces, juntándoles á todos en los principios, mandando que escuchasen con silencio, les pone por delante el tiempo y la necesidad. «Que no les quedaba otro camino de escapar que el de las armas, de las cuales convenía usar con prudencia, estándose dentro de los reparos hasta que enemigo, esperando ol entrarlos por fuerza, se llegase de más cerca á ellos; y que entonces era menester salir de golpe por todas partes, y de aquella salida conducirse al Rhin, donde, si se tomaba desde luego la fuga, habían de pasar mayores bosques, pantanos más inaccesibles y contrastar con enemigos más crueles; propone á los vencedores honra y gloria infinita; acuérdales las cosas estimadas en la paz y honradas en la guerra, callando las adversas.»» Tras esto distribuye y reparte los caballos, comenzando por los suyos y de los legados y tribunos sin algún respeto, entre los más valerosos y atrevidos; para que ellos primero y después la infantería embistiesen al enemigo.

No estaban menos inquietos los Germanos, combatidos 2