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Los anales.—Libro II.

en el reino ai fugitivo Vonón. Mas en comenzando Artabano á usar de amenazas, y en viendo nosotros que para emprender la defensa de Vonón había de ser forzoso romper la guerra con los Partos, llamado por Cretico Silano, goberpador de Siria, fué guardado en honesta prisión, dejándole la pompa y nombre real. La forma en que procuró librarse de aquella afrenta diremos á su tiempo.

No le pesó á Tiberio de las inquietudes de Oriente por tener ocasión de apartar á Germánico de sus legiones domésticas, y enviarle á nuevas provincias, sujeto á los engaños y accidentes. Mas Germánico, cuanto era más ardiente para con él la afición de los soldados y más perversa la voluntad de su tio, tanto más deseoso de la victoria iba entre si considerando el modo de pelear y lo que en tres años le había sucedido de próspero y adverso: imaginaba que se podían vencer los Germanos en batalla formada y en campaña abierta, donde, en contrario, sentían gran refugio con el abrigo de los bosques, con los pantanos, con el verano corto y el invierno anticipado. Conocía también que no eran los soldados tan ofendidos de las heridas que recibían, cuanto por ocasión de los largos viajes y peso de las armas. Consideraba á las Galias cansadas de ofrecer caballos, y que la larga jarcia del bagaje daba gran ocasión á las insidias enemigas, á más de la dificultad de defenderle.

Veía en contrario que si llevaba sus gentes per mar, al punto se haría señor de ella, por ser poco frecuentada y menos sabida del enemigo: podíase comenzar la guerra más temprano, llevarse juntas las legiones y las vituallas, los caballos enteros y descansados, todo, hasta el corazón de Germania por aquellos brazos de mar y canales de ríos.

Resuelto, pues, en esto, envía á Publio Vitelio y á Cancio á recoger las rentas corridas en las Galias, encargando á Silio, Anteyo y Cecina la fábrica de la armada. Juzgóse que bastarían mil naves, y con brevedad se pusieron á punto; algunas cortas, con la proa y la popa estrechas y el