Página:Los Césares de la Patagonia.pdf/37

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

tan desatinado, que les compelió á volver proa. La capitana llegó á la boca del Estrecho y aquí aguardo á la otra nave, que se había guarecido en otra ensenada. No viniendo, determinóse con 31 arcabuceros ir en busca de ella. Siguieron la costa, y á una ó dos jornadas salieron trece indios de manta y camisola, con arcos y flechas, el cabello largo, criznejado y ellos poco menos que gigantes. Uno de los indios tomó una flecha y metiósela por la boca, casi la mitad; sacóla y á vueltas unos cuajarones de sangre, que entre ellos debe ser valentía. El capitán Sarmiento, enfadado y asqueroso de aquello, hizo un ademán que los indios entendieron era de menosprecio; dejólos; pasó adelante en busca de su navío la costa arriba, unas veces por la playa, otras metiéndose la tierra adentro media legua y una, donde hallaban huellas de pies grandes. Los indios quedáronse un poco atrás como bufando.

Alguno de los soldados dijeron á Sarmiento:

—Señor capitán, aquellos indios parece se quedan para hacer alguna traición; mande vuestra merced que se enciendan las mechas de todos los arcabuces, y si dieren en nosotros no nos hallen desapercibidos.

Solo un soldado en la vanguardia llevaba una en-