Página:Los bandidos de Río Frío (Tomo 1).pdf/57

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

DE RÍO FRÍO 45

á la una, ya á la otra por las lomas de los Remedios, por la hacienda de los Morales, por el cabrío de San Angel y por las huertas de Coyoacan. Matiana hizo una vez una excursión á Cuernavaca, vivió como una semana en los bosques cercanos, y volvió con verdaderas maravillas. María Jipila á su vez se aventuró por el rumbo de Ameca, de Tenango, hasta Cuautla, y regresó al cabo de un mes con preciosidades, dejando además corresponsales en la montaña y en el bosque de la Tierra Caliente, para recibir periódicamente culebras, tarántulas, alacranes, gomas, resinas, cortezas de árboles y plantas rarísimas, cuyas virtudes le enseñaron á conocer los indígenas de esas tierras, como secretos nunca revelados á los de raza blanca ó á la gente de razón.

Cuando las dos Marías establecieron con cierto crédito su nuevo comercio, mucho más lucrativo y noble que el de los mosquitos y acociles, abandonaron el pueblecillo de las salinas y vinieron á residir á Zacoalco. Situado en la falda de una serranía árida, cubierta de abrojos, y en las márgenes áridas y color de ceniza del lago, nada tiene de agradable, pero para ellas era una gran capital y estaban como quien dice en su centro, cerca del lago, que constituía su despensa. Con el mosquito, y en caso apurado ranas, mesclapigues y acociles, tenían para comer, y si caía algo en dinero lo dedicaban á maíz, leña y manta. Cerca de la villa de Guadalupe, y cerca también de la capital, tenían su clientela, de marchantes y de enfermos, y la divinidad á quien obedecían y adoraban. Por sí, y ante sí, se apoderaron de un paredón, es decir, de una casa ó choza ruinosa, sin que nadie se opusiera, poco a poco le fueron poniendo su techo con pencas de maguey, después una puerta de varejones se-