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DE RÍO FRÍO 47

encarnado, y en su cuello unas gargantillas de perlas falsas con sus medallas de plata de la Virgen de Guadalupe.

El que conozca la clase indígena de los alrededores de México, no necesita que describamos á nuestras dos mujeres, pero á los que sean extranjeros á la capital les daremos algunas señas. En cuanto a edad, imposible de saberlo, ellas mismas no la sabían. Los indígenas y la clase pobre de México, cuenta su edad por sucesos notables y dicen por ejemplo: el día del temblor de San Juan de Dios cumpli diez años. El día que el Sr. Arzobispo salió con el Corpus, tenía quince años, y así los demás datos.

Por el aspecto Matiana parecía de más de cincuenta años, el pelo ya cano, el cutis comenzando á tener arrugas, los ojos encarnados por dentro y por fuera, y por sólo eso le llamaban bruja, gorda algo encorbada, su dentadura completa y blanca.

Jipila, como de treinta años, pelo negro grueso y lacio, algo despercudida, porque era aseada y se lavaba la cara en las fuentes y arroyos de los caminos, lisa, blanda de cutis, pierna bien hecha y con lustre, pié chico y dedos desparpajados por andar descalza, sin ningún mal olor en su cuerpo, limpia, con pequeñas manos, y como la que llamaba tía, con sus dientes blancos y parejos. Era una bonita india. Muchísimas y mejores aun de su raza hay asi, y tal vez hablaremos en otra ocasión de las de Jaltipan, Tehuantepec y Yucatan.

Matiana y Jipila se levantaban con la luz, y como ya tenían preparado su maíz, molían sus gordas, y se desayunaban con un jarro de alote con piloncillo, dejando preparada una ollita con frijoles ó carnitas de puerco, á