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Me apoyo, además, para esta inferencia en que el mismo fenómeno se produjo cuando, por las mayores facilidades de la navegación, gradualmente se desplazó el centro de gravedad comercial de Santa Fe a Rosario; en que se produce actualmente el resurgimiento de Santa Fe, debido a su puerto artificial de aguas hondas; y en que es lógico esperar que el aumento de población en el norte (presentemente obstaculizado por los latifundios ilegales en manos de sociedades anónimas) y la construcción o prolongación de ferrocarriles perpendiculares al curso del Paraná del Paraguay, harán surgir en la márgen occidental de ambos ríos, nuevos centros de comercio y civilización.

Presumo que jamás se me habrían ocurrido estas reflexiones, si mis ingleses (así llamo a las ocho obras relacionadas con la historia argentina que he traducido), no hubieran dado nuevo y vigoroso relieve a impresiones casi borradas en mi cerebro. A decir verdad, y guiado solamente por lo que había visto y oido en mi niñez, jamás hubiese pensado en la posibilidad que Santa Fe hubiera tenido alguna vez una situación de prosperidad y abundancia.

Pero hoy me parece claro que, en la época colonial, Santa Fe podía sostener ventajosamente parangón con Buenos Aires y que la creación del Virreynato, marcó el comienzo de su descenso y del crecimiento de la Capital; que el aumento musitado en la población de la última se verificó principalmente a expensas de las provincias litorales e interiores, lo que explica que la mayor parte de las antiguas familias criollas de Buenos Aires son de origen


    de ellos en la Banda Oriental». Coincide en un todo, con este juicio, el del historiador Gervinus (Histoire du XIX Siecle, etc.): «Artigas es el verdadero tipo del hombre del pueblo en América, grosero y de una verdadera naturaleza de Proteo: unía la ferocidad a la generosidad; la ausencia de toda instrucción a talentos naturales; la frialdad aparente a una sensibilidad suma, maneras afables y seductoras a una dignidad harto grave; una franqueza atrevida a maneras ceremoniosas; un amor exagerado de la patria a una perfidia que dejaba suponer, y un lenguaje pacífico a una tendencia natural a la discordia».