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Página:Los espectros (1919).djvu/174

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¿para qué? ¡Para declararnos que no nos necesitan ya!

—¡Y nuestros pobres maridos? ¡A qué santo han sufrido todo eso?

—¡Ya veis, por la noche, cuando todo el mundo está durmiendo!

—¡Conocéis el camino?

—¡Cualquiera lo conoce! ¡Como que no tenía una más ocupación que la de observar el camino cuando la traían!

—Hay una gran distancia.

—¿Y si se niegan a llevarnos?

Verónica. (Con voz gemebunda.)—Se me desgarra el corazón. ¡Pobre chiquillo mío! Le han obligado a volvernos la espalda. Iré a hablar con él.

Cleopatra.—¡Esperad! ¡Verónica! No se os escapará vuestro chiquillo. Hay que tomar una resolución.

Proserpina.—Por mi parte, es igual que tengamos unos maridos u otros. Allá se van todos. Estoy segura de que lo primero que se me pedirá es una buena cena. Hasta me alegraré de tener un nuevo marido; el que tengo ahora gruñe por que no varío el menú, mientras que el nuevo se chupará los dedos.

Cleopatra.—Decís cosas cínicas, Proserpina. La historia, con ese motivo, nos condenará.

Proserpina.—¿Qué sabe la historia de nuestros negocios? Además, yo me encuentro aquí divinamente.