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»Hoy en día se siente en silencio el dolorioso refren lleno de sospiro:
Yo sufro tu saña;
Perdí mi amor,
Mi cara España!»
»La mayor parte de esos judíos hablan el espa ñol con un idioma más ó menos suave. Conservan aun el caracter del antiguo país natal; el aire de hidalgo; la pureza y el calmo natural; la mirada penetrante; el donaire español ó portugués; en fin, las costumbres heredados de sus abuelos que los creiaron allá con tanto cuidado, y añademos á dicir, una solidaridad y una afeccion recíproca.
el rey Ferdinando tomó en su palacio Don Ynda y Don David Negro; Don Ysac Abrabanel serviô en cualidad de ministro cinco años consecutivos, bajo Alfonso Y de Portugal y de Ferdinando de Aragón, y otros hombres valorosos, que desde el tiempo de los Visigotas, Emires y Khalifas hasta el exilo enflorecieron la España con sus profundas sabidurías y sus talentos sin ejemplo, los que rivalisaban aun sus maeztros, y que muchos de ellos acabaron sus vidas con una fin trágica. Sabios: Salomon Gaberul de Malaga (Abiciberon), 1021; Ybn Yaschusch de Toledo, 1055; Halevy de Castilla, 1086; Ybn Ezra, 1089; Ybn David de Cordova, 1180; Maimonides de Cordova, 1134, y Nahmanides de Geronda, 1194.