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blaba de la madre tal, parienta suya; quién de la madre cual, su conocida; quién celebraba el hermoso cielo de MOnza; quién la lisonjeaba con el lugar distinguido que ocuparia. Otros que áun no habian podido acercarse, por estar Gertrudis casi sitiada, aguardaban la ocasion de aproximarse, y creian faltar si no la ofrecian sus respetos. Por último, se fué disipando poco á poco el concurso; todos salieron sin el escozor de no haber cumplido, y Gertrudis quedó sola con su familia.

—En fin,-dijo el padre,-he tenido el consuelo de ver á mi hija tratada conforme á su calidad; pero es preciso confesar que ella tambien se ha portado á las mil maravillas, y ha manifestado que no le costará trabajo hacer el primer papel y sostener el decoro de la familia.

Cenaron aprisa para recogerse presto y estar prontos á la madrugada del dia siguiente.

Gertrudis, triste, despechada, y al mismo tiempo envanecida con los obsequios que habia recibido en todo aquel dia, se acordó de lo que le hizo sufrir su carcelera, y viendo á su padre dispuesto á complacerla en todo á excepcion de una cosa, quiso aprovecharse del auge en que se hallaba para satisfacer á lo ménos una de las pasiones que la atormentaban; de consiguiente manifestó repugnancia en ser servida por aquella mujer, quejándose amargamente de sus modales.

—¿Cómo?-dijo el Principe.-Te ha faltado al respeto? Mañana, mañana le diré cuántas son cinco0: déjalo, que yo haré que te dé una completa satisfaccion. Entretanto, una hija que me tiene tan contento no debe ver á su lado una persona que le desagrada.

Con esto hizo que llamasen á otra criada, á quien mandó que sirviese á Gertrudis, la cual, saboreando la satisfaccion que acababa de recibir, se admiraba de hallar en ella tan poco placer, en comparacion de lo que la habia deseado. Lo que tambien ocupaba á pesar suyo su imaginacion, era el considerar los grandes progresos que habia hecho en aquel dia en el camino del claustro, y el reflexionar que para retroceder entónces se necesitaba más fuerza y resolucion que la que hubiera bastado pocos dias ántes, y que sin embargo no fué capaz de tener.

La mujer que se la destinó para que la acompañase en su habitacion era una vieja, aya en otro tiempo del primogénito, á quien recibió de los brazos del ama, y dirigió hasta la edad de la adolescencia. Como en él habia depositado todas sus esperanzas y su gloria, estaba sumamente con-