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es el de emplearle con ella en visitar las iglesias, los establecimientos públicos, los santuarios, las concurrencias, y en una palabra, todas las cosas notables de la ciudad y de los alrededores, á fin de que las muchachas, antes de pronunciar un voto irrevocable, vean bien lo que van á dejar.

—Convendrá pensar en la madrina,-dijo el Principe,- porque mañana vendrá el Vicario para la formalidad del exámen, é inmediatamente propondrán la admision de Gertrudis en capitulo.

Pronunciando estas palabras, se dirigió á la Princesa, la cual, creyendo que pedia su dictámen, dijo se le podia hablar... pero la interrumpió el Principe prosiguiendo:

—No, no hay que hablar á persona alguna. Ante lodas cosas la madrina debe ser del agrado de la expósita, y aurque la costumbre deja la eleccion á los padres, Gertrudis tiene tanto juicio y talento que merece que se haga una excepcion.

Y volviéndose á la misma Gertrudis, en ademan de quien hace una gracia particular, continuó:

—Cualquiera de las damas que han asistido á la lertulia de esta noche posee las cualidades necesarias para ser madrina de una hija nuestra; y como no dudo de que cualquiera tendrá á mucha honra el ser preferida, á ti te toca élegir.

No dejaba Gertrudis de conocer que elegir era dar un nuevo consentimiento; pero le hacian la propuesta con tanto aparato, que el no admitirla pareceria desprecio, y eximirse desagradecimiento y necedad. bió, pues, este paso tambien, y nombró la dama que más le habia agradado en la tertulia, esto es, la que más la labia acariciado, la que la habia alabado más, la que la habia tratado con aquellas nianeras familiares y afectuosas, que, cuando por prinmera vez se conoce á una persona, son el remedo de una antigua amistad.

—¡Excelente eleccion!-exclamó el Príncipe, que esperaba y deseaba que recayese en aquella dama.

Fuese casualidad ó arte, lo cierto es que sucedió en esto lo que acontece cuando un titiritero haciendo juegos de manos pasa delante de la vista de los eircunstantes una baraja, diciendo que piensen una carta para luégo adivinarla él mismo, lo que no es dificil porque abre la baraja en términos que sólo deja ver una carta por entero, con lo cual regularmente la imaginacion de los que la ven se fija en aquella. En efecto, la dama elegida habia estado toda la noche al lado de Gertrudis, y tanto la habia entretenido,