Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/148

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 136 —

que hubiera sido necesario un esfuerzo de imaginacion para eiegir otra. Por otra parte, todo aquel esmero no era sin misterio, porque hacía tiempo que esta dama habia echado la vista al primogénito del Principe para hacerle su yerno; de aquí es que miraba todas las cosas de aqueila casa como suyas propias.

Él dia siguiente se despertó Gertrudis con la imaginacion ocupada en el Vicario examinador, y cuando estaba pensando cómo podria aprovecharse de esta ocasion para volverse atras, el Principe la mandó llamar.

— Vaya, bija,-la dijo,-hasta este punto te has portado perfectamente; se trata ahora de coronar la obra. Todo cuanto se ha hecho hasta aquí se ha hecho con consentimiento tuyo. Si en este intermedio te hubiese ocurrido alguna dudilla, alguna especie de momentáneo arrepentimienlo, 6 capricho de juventud, debias haberte explicado; pero segun el estado en que se hallan hoy las cosas, ya no es tiempo de hacer niñerías. El hombre virtuoso que ha de venir hoy por la mañana, te hará mil preguntas relativas á tu vocacion, acerca de si estás gustosa, por qué y cómo...

¿Y qué sé yo qué más? Si titubeas en responder, te tendrá en el aire ¡quién sabe hasta cuándo! lo que sería un fastidio y una incomodidad grandísima para tí; pero además podria resultar olro inconveniente mucho más grave. Despues de todos los pascs que se han dado, cualquiera leve perplejidad de tu parte, comprometeria mi honor, porque se podria creer que yo habia tomado una ligereza tuya por una firme resolucion, que me habia precipitado, y que hahia ¿qué sé yo? En este caso me veria en la dura necesidad de escoger entre dos partidos igualmente dolorosos, esto es, 6 dejar que el mundo formase mal-concepto de mi conducta, partido que por mi propio decoro no puedo adoptar, ó descubrir el verdadero motivo de tu resolucion, y...

Aqui, viendo que el rostro de Gertrudis se habia encendido, que sus ojos se arrasaban en lágrimas, y que sus facciones se inmutaban, cortó aquel discurso, y con tono de afabilidad, prosiguió diciendo:

—Vaya, vaya, todo depende de lí, de tu prudencia; sé que la tienes, y que no eres capaz de echar á perder una obra buena al liempo de concluirla. Pero yo debia prever lodos los casos posibles. No se hable más de esto, y quedamos de acuerdo en que responderás con tal franqueza, que no puedan nacer dudas en la cabeza de ese buen señor: y tú tambien con eso despacharás más presto.

Aquí, despues de haber sugerido várias respuestas á pre-