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que le indicaron, y se halló en la Puerta Oriental. Es necesario tener presente que todo aquel espacio era entónces muy diferente de lo que es en el dia. Entró, pues, Lorenzo, y pasó adelante sin que los guardas le hablasen una palabra, cosa que extrañó muchisimo, porque de los pocos de su país que podian alabarse de haber entrado en Milan, habia oido contar sus maravillas acerca de los registros, molestias y vejaciones que tenian que sufrir todcs los que llegan de afuera. La calle estaba tan desierta, que si no hubiera oido cierto susurro lejano, que indicaba un gran movimiento, le hubiera parecido que entraba en una ciudad abandonada. Yendo más adelante sın atinar con lo que sería, notó en el suelo ciertas rayas blancas como si fuera nieve; pero como la nieve ni forma rayas, ni aquella era su estacion, se acercó, y mirando y tocando, vió que era barina.

—Mucha abundancia-dijo para si-debe haber en Milan, cuando se desperdicia de esta manera la graeia de Dios. Y luégo nos dicen que en todas partes hay earestía.

Eso es para que los aldeanos no nos alborolemos.

Pasó más adelante, y llegando á cierta distancia de una columna que existia en aquel tiempo, divisó al pié de la misma otro objeto todavía más extraño, esto es, en las gradas del zócalo, esparcidas eiertas cosas, que no eran guijarros, y que vistas en casa de un panadero, se hubieran tenido por panes. No se atrevia Lorenzo á creer á sus propios ojos, porque á la verdad no era aquel sitio á propósito para ello.

—Veamos,-dijo,-qué viene á ser esto.

Y acercándose á la columna, se bajó, cogió una de aquellas cosas, y vió que era un hermoso pan redondo, y de cuya calidad no solia comer sino en ciertos dias.

—Es pan de véras,-dijo en voz alta; tan grande era su admiracion;-¿de este modo le siembran en esta tierra? ¿y en este año? ¿Y no se incomodan en recogerle cuando se les cae? Si será este el país de Jauja? Con diez millas de camino en el cuerpo, y el fresco de la mañana, aquel pan tras de la admiracion le despertó el apetito.

—¿Le cogeré?-decia para sf;-puesto que le han dejado aquí á discrecion de los perros, no será mejor que lo coma un cristiano? Por último, si viene su amo, se lo pagaré y acabóse.

Razonando en estos términos, se metió en la faltriquera el que tenía en la mano, cogió otro y lo metió en la otra, y