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| cómo meternos en la casa: que se retiren algun poco.»

—«Atras, atras,» gritaban los alabarderos echándose sobro los más inmediatos y empujándolos con las astas de las alabardas.

Chillaban éstos reculando lo mejor que podian, y dando con las espaldas en los pechos, los codos en los vientres y los talones en las puntas de los piés á los que estaban detras, de donde resultaba tal desórden y apretura, que los que se hallahan en el medio se arrepentian de haberse metido en semejante confusion. Habiéndose con esto despejado algun tanto la inmediacion de la puerta, llamó el Capitan con grandes porrazos para que le abriesen.

Asomáronse á una ventana los de dentro, bajaron apresuradamente y abrieron. Entró el Capitan y tras de él los alabarderos uno á uno, conteniendo los últimos á la gente con las alabardas. Así que todos se hallaron dentro, corrieron aprisa el cerrojo, subió el Cap tan, se asomó á una ventana, y quedó atónito al ver aquella inmensa muchedumbre —Hijos,-empezó á gritar,-hijos, á vuestras casas; perdon general á los que se retiren al instante.

—Queremos pan, abranse las puertas,-eran las únicas palabras que en contestacion podian distinguirse en aquella desentonada griteria.

—¡Hijos, moderacion! mirad lo que haceis: aún estais á tiempo; vaya, retiraos á vuestras casas. Se os dará pan; pero este no es el modo de pedirle. Pero ¿qué cs lo que veo allí? iqué es eso? ¡Fuera esas herramientas! qué se diria de los milaneses, que en todo el mundo tienen fama de buenos? Escuchad, escuchad, buenos milaneses... ¡Ah canalla! Causó esta rápida mudanza de estilo una peladilla de arroyo, que salida de las manos de uno de aquellos buenos milaneses, fué á parar á la cabeza del Capitan.

—iCanalla! ¡canalla!-continuó gritando.

Pero se melió adentro, cerrando más que de prisa la ventana; y aunque habia voceado á gañote tendido, se habia llevado el viento sus palabras buenas 6 malas: lo que dijo que veia era el empeño de la gente por forzar las puertas y arrancar las rejas del piso bajo con piedras y herramientas de que se proveyó en el camino.

Muy adelantada estaba la obra, cuando lo amos y los mozos del horno, asomados á las ventanas altas con gran municion de guijarros de que se surtieron desempedrando el patio, gritaban á los agresores que desistiesen, enseñán-