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| doles al mismo tiempo las piedras. Viendo que nada conseguian, empezaron á lanzarlas con tan irresistible acierto, que ninguna se perdia, pues estaba la gente de tal manera apiñada que no se hubiera desperdiciado un grano de alpiste.

—Ah infames ladrones!-exclamaban los de abajo;-jes este el pan que dais á los pobres?

—iAy, ay! iqué iniquidad!-decian unos.

Dios me valga!-gritaban otros.

—iAy, Dios, que me han muerto! Estas voces y otras semejantes se oian entre las demas de imprecacion y de ira. En efecto, muchcs fueron muy maltratados, y dos muchachos quedaron muertos. Pero con esto el furor aumentó las fuerzas de la muchedumbre, las puertas saltaron eu pedazos, se arrancaron las rejas, y los amotinados inundaron á manera de torrente toda la casa.

Viendo los de dentro la cosa mal parada, se acogieron á los desvanes; el Capitan de justicia, sus alabarderos y algunos de la familia quedaron cobijados debajo de las lejas, y otros saliendo por las buhardas, corrian como los gatos por los tejados.

Olvidando los vencedores con la vista del botin todo deseo de venganza, se arrojaban á los cajones, y el pan y la harina llevaban igual ca mino.

Otros, ménos hambrientos y más codiciosos, corren al mostrador, descerrajan los cajones, y despues de haber llenado los bolsillos à dos manos, salen cargados de dinero, con ánimo de volver por pan en el caso de que todavía quedase alguno. La turba se esparce por los almacenes, y se declara la guerra á los sacos. Unos los abren y arrojan parte de la harina para poder llevarlos: otros gritan:

«aguarda, aguarda,» y acuden con paños y hasta con sus vestidos para recoger las subras. Quién carga con la masa que por todas partes se les escapa, quién se lleva los mismos utensiios; quién sale, quién entra, quién va, quién viene; hombres, mujeres, niños, se encuentran, tropiezan, se empujan, y gritan, al paso que por todas parles se levanta una espesa nube de polvo blanco, que todo lo cubre y los envuelve á todos.

No es ménos el bullieio por la parte de afuera; dos filas opuestas se cruzan y obstruyen la entrada, formada la una por los que salen cargados de botin, y la otra por los que se apresuran para entrar á cogerle.

Miéntras saqueaban tan bárbaramente esta inmensa panadería, iguales escenas pasaban en las demas del pueblo;