Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/187

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 175 —

medios posibles para apoderarse de ella; por manera que se puede decir que es un alma que pugna por meterse en aquel gran cuerpo y darle movimiento. Trabajan á quien más puede en divulgar las voces más á propósito para excitar las pasiones y dirigir los movimientos en favor del uno y del otro intento, en buscar mejor las noticias que muevan á indignacion 6 la templen, que infundan esperanza ó temor, y en ballar los gritos que, repetidos por la mayor parte, y con más fuerza, expresen, confirmen y formen en un punto el voto de la popularidad por una ó por otra parte.

Hemos hecho todo este fastidioso razonamiento para venir á parar en que, en la lucha de los partidos que se disputaban el voto de la gente reunida delante de la casa del Director de provisiones, la presencia de D. Antonio Ferrer dió en un momento una ventaja inmensa al partido de los humanos, que era evidentemente inferior, y que, á haber tardado un poco aquel socorro, no hubiera tenido ya ni fuerza, ni objeto por qué luchar. El hombre tenía gran partido entre la muchedumbre por su disparatada tasa del pan, y su heroica firmeza en no ceder á cuantos argumentos se le hicieron en contra. Se aumentó la buena inclinacion de los amigos ya prevenidos en su favor, al ver la confianza con que se presentaba sin guardias ni aparato á arrostrar una muchedumbre enfurecida, y daba mayor peso á todo la voz de que iba á prender por sí mismo al Director: de esta manera la ira, que hubiera tomado mayor incremento si se le hubiese resistido sin querer ceder en nada, entónces con aquel ofrecimiento de satisfaccion, con echarle, como dicen los milaneses, aquel hueso, se aquietó un poco, cediendo su lugar á los sentimientos opuestos que se declaraban en la mayor parte de los ánimos.

Habiendo cobrado aliento los partidarios de la humanidad, ayudaban de mil maneras al gran Canciller. Los que se hallaban cerea excitaban con sus repetidos aplausos el aplauso de los demas, y procuraban apartar la gente para abrir paso al coche: los otros repitiendo los vivas, trasmitian las palabras del Canciller, 6 las que suponian que pudiera decir. y rebatiendo á los furiosos y obstinados, empleaban contra ellos los nuevos sentimientos de la inconstante muchedumbre.

—¿Quién se opone-decian-á qué gritemos? ¡Viva el Sr. Ferrer! Que no quieren que se abarate el pan? Son ptcaros que no quisieran que se hiciese justicia, como Dios manda.