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-Este pan no quiere ir abajo solo; jamás he tenido la garganta ian seca. ¡Válgame Dios! cuánto se ha gritado!

—Preparad-dijo el desconocido-una buena cama para este amigo, que quiere pasar aquí la noche.

—iQuiere usted dormir aqui?-preguntó el posadero á Lorenzo acercándose á la mesa.

—Sí,-contestó éste;-una cama cualquiera con tal que estén limpias las sábanas, porque, aunque soy un pobre artesano, estoy acostumbrado á la Jimpieza.

—iAy! en cuanto á eso,-dijo el posadero,-no hay cuidado.

Y despues de acercarse á un banquillo que estaba en un rincon de la cocina, volvió con un lintero y un pedazo de papel en una mano y una pluma en la otra.

—iQué significa eso?-exclamó Lorenzo tragando un pepedazo de carne que ya le habia servido el mozo y sonriendo luégo como admirado:-¿es esa la sábana limpia? Sin responder el posadero, puso el papel y el tintero sobre la mesa, se bajó luégo, y apoyando sobre la misma mesa el brazo izquierdo y el codo derecho, y con la pluma tiesa en la mano y la cara levantada hácia Lorenzo, dijo:

—Hágame usted el favor de decirme su nombre, apellido y patria.

—iQué significa eso?-replicó Lorenzo:-qué tienen que ver esas historias con la cama?

—Cumplo con mi obligacion,-respondió el posadero, fijando la vista en el desconocido.-Estamos obligados á dar noticia de todas las personas que vienen á parar en nuestras casas. «Nombre, apellido, nacion, qué negocios trae, si tiene armas, cuánto tiempo piensa permanecer en esta ciudad,» son palabras del mismo bando.

Antes de contestar, vió Lorenzo el fondo de otro vaso, que era el tercero, sin que luégo pudiesen contarse los demas, y dijo:

—Hola! ¿teneis el bando? Ya sé yo el caso que se hace de los bandos; que aquí donde me veis tengo intencion de hacerme doctor en leyes.

—Hablo con formalidad,-dijo el posadero siempre mirando al mudo compañero de Lorenzo.

Y habiéndose dirigido de nuevo al banquillo, trajo un gran pliego de papel, que era un ejemplar del bando, y lo extendió delante de Lorenzo, el cual exclamó diciendo:

—Ya lo veo, ya lo veo.

Y levantando con una mano el vaso otra vez lleno, le