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-Déjele, pues, que haga lo que quiera, y no deis márgen á escándalos.

—He cumplido con mi obligacion,-dijo el posadero en voz alta, y añadió para sí:-ya estoy cubierto.

Récogió luégo su papel, la pluma, el frasco vacío para entregarle al mozo.

—Trae del mismo,-dijo Lorenzo,-que le echaremos á dormir con el otro, sin preguntarle su nombre, ni su apellido, ni á qué viene, ni cuánto piensa quedarse en esta ciudad.

—Del mismo,-dijo el posadero al mozo entregándole el frasco.

Y volvió á sentarse debajo de la campana de la chimenea, en donde renovando sus dibujos en la ceniza, decia entre si: «;Pobre diablo! ¡en qué manos ha caido! Si quieres perderte, piérdete, majadero, en buen hora; pero el dueño de la posada de la «Luna llena» no ha de pagar tus locuras.»

Dió Lorenzo las gracias á su compañero y á todos los que habian estado de su parte, y añadió:

—Amigos mios, ahora veo que todos los hombres de bien se dan la mano y se sostienen.

Y poniéndose de nuevo en ademan de arengar, prosiguió:

—Fuerte cosa es que todos los que tienen algun manejo para todo han de echar mano de la pluma y del tintero! ¡Siempre la pluma por delante! ;Qué mania!

—0id, amigo forastero; quereis saber la razon?-dijo riénd se uno de los jugadores que estaba ganando.

—Oigámosla,-respondió Lorenzo.

—La razon es,-prosiguió el otro,-que como esos señores se comen los gansos, les quedan luégo tantas plumas que es preciso que busquen en qué emplearlas.

Riéronse todos, ménos el que perdia.

—iTate!-dijo Lorenzo,-este es poeta. Tambien teneis poetas por acá? Ya veo que en todas partes los hay.

Tambien yo suelo tener númen, y digo mis chistes; pero es cuando las cosas van bien.

Para comprender esta sandez del pobre Lorenzo es necesario saber que entre el vulgo de Milan, y con especialidad en las aldeas del contorno, la palabra poeta no significa, como entre la gente racional, un ingenio sublime, un habitante del Pindo, un alumno de las musas, sino un hombre raro y algun tanto estrafalario, en cuyos hechos y dichos campea más la originalidad y la agudeza que no la tintero, el bando y