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razon; tan grande es el atrevimiento del vulgo embrollador, que trastorna el sentido de las palabras, haciéndolas decir cosas disparatadas, y sin contexto con su legitimo significado.

—Pero la verdadera razon, la diré yo,-prosiguió Lorenzo;-y es porque la pluma está en sus manos, y asi sus palabras vuelan y desaparecen, y las que dice un hombre de bien las oyen con atencion para clavarlas en el papel, y hacerlas valer luégo cuando les convenga. Tienen además otra malicia, y es que cuando quieren enredar á un buen hombre que no entiende de papeles, pero que tiene un poco... un poco... de... yo bien nie entiendo... y advierten que ya empieza á comprender la farándula, plantan algunas palabrotas que llaman forenses, ó en latin, para trastornarle la cabęza. Basta; muchos son los malos usos que hay que desterrar. A buena cuenta hoy se ha hecho todo en romance sin papel, pluma ni tintero, y mañana, si la gente sabe gobernarse, se hará todavía más; pero se entiende, sin llegar á nadie al pelo de la ropa, y minos de justicia.

Entretanto, algunos de aquellos concurrentes habian vuelto á su juego; otros se habian puesto á comer, y otros á gritar: unos salian, otros entraban, y el posadero acudia á unos y otros, cosas todas que ninguna relacion tienen con nuestra historia. Tambien el compañero desconocido deseaba marcharse; ningun negocio tenia al parecer en aquel sitio; sin embargo queria, antes da irse, charlar otro poco á solas con Lorcuzo. Dirigiéndose, pues, á él, volvió al asunto del pan, y despues de alguna de aquellas frases más comunes entónces, manifestó su opinion sobre el particular, diciendo:

—En verdad que si yo mandara, muy pronto hallaria el modo de hacer que las cosas fuesen como deben ir.

—Y qué es lo que haria usted?-preguntó Lorenzo condos ojillos más relucientes que una estrella, y torciendo algo el hocico como para prestar más atencion.

—¿Qué haria?-dijo el oiro;-haria de modo que lbiese pan para todos, tanto para los pobres como para os ricos.

—Eso sí; eso sería muy bueno,- —Hé aquí cómo yo haria,-prosiguió el compañero.- Una tasa moderada que todos pudiesen pagar/ y luégo distribuir el pan en proporcion de las bocas, peirque hay imprudentes para los pobres. Distribuir, pues, el pan; y cómo? De esta manera. Se da un billete á cada familia en' proporcion de en tér- Lorenzoque todo lo quieren para sí, y luégo falta el pan