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-Lo dije por chanza,-gritó el p0sadero, arrimándose á la boca de Lorenzo.

Y empujándole hácia la cama, continuaba diciendo:

—¿No oyes que lo dije por chanza?

—jAh, por chanza!-dijo Lorenzo:-ahora hablas bien:

una vez que lo dijiste por chanza... Es verdad que son cosas para reirse.

Y se dejó caer en la cama.

—Ea pues; á desnudarse aprisa,-dijo el posadero.

Y al consejo añadıó el auxilio, que bien era necesario.

Así que Lorenzo consiguió quitarse la chupa, la tomó el posadero, metiendo inmediatamente las manos en el bolsi- Îlo para ver si estaba el gato. Encontróle en efecto; y haciéndose el cargo de que el dia siguiente lo ménos en que tendria que pensar su huésped sería en pagarle, y que aquel gato caeria probablemente en manos de donde no podria arrancarle ni con ganchos, quiso ensayar otra tenlativa.

—No es cierto-le dijo-que usted es un mozo honrado, un hombre de bien —Si; mozo honrado como el primero,-contestó Loren- 20, pleiteando lodavía con los botones de la ropa que áun no habia podido quitarse enteramente.

—Pues siendo así-continuó el posadero-no tendrá usted dificultad en pagarme la cuentecita, pues mañana debo salir temprano para evacuar algunas diligencias...

—Es muy justo,-dijo Lorenzo.-Yo soy muy tuno, amigo; pero hombre de bien, eso sí... Mas el dinero? ¿Cómo le buscamos ahora?

—Aquí está,-interrumpió el posadero.

Y valiéndose de toda su maña y su paciencia, logró por fin ajustar la cuenta y hacerse pago.

— Ayúdame á que me acabe de desnudar,-dijo entónces Lorenzo:-conozco que tengo un sueño que no puedo más.

Ayudóle efectivamente el posadero, le tapó muy bien, y áun no babia acabado de darle las buenas noches, cuando Lorenzo estaba roncando. Luégo, por aquella especie de complacencia que se experimenta en contemplar un objeto de incomodidad, lo mismo que otro de cariño, y que acaso no tiene más origen que el deseo de conocer lo que obra con fuerza en nuestro ánimo, se paró un momento á mirar á su incómodo huésped, dirigiendo hácia él la luz, haciéndola reflejar en su cara, á la manera sobre poco más ó ménos que pintan á Siquis contemplando furtivamente las fac-