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ciones de su desconocido esposo, y para sí dijo al pobre dormido:

—Loco, majadero! ¡En buen berengenal te has metido! Mañana me lo dirás. ¡Mentecatos, que quereis andar por el mundo sin saber por dónde sale el sol, para caer despues y meter al prójimo en tales atolladeros! Dıcho y pensado esto, retiró la luz, echó á andar, salió del cuarto y cerró la puerta por fuera con llave. Llegado á la mitad de la escalera, llamó á su mujer, á quien mandó que dejando el cuidado de los niños á una mozuela que los servía, bajase á la cocina á cuidar de la casa.

—Es necesario-dijo-que yo salga por causa de un diablo de forastero que por mis pecados ha venido á hospedarse aquí. Cuidado con todo, y prudencia, especialmente en este maldito dia. Hay allá abajo una caterva de malas cabezas, que ya por la bebida, ya porque tienen la lengua larga, hablan mil disparates. Si algun atrevido...

—Vaya,-interrumpió la mujer,-soy yo alguna niña? Sé lo que hay que hacer: me parece que hasta abora...

—Bien, bien,-dijo el posadero,-y cuidado de que todo el mundo pague. En cuanto á lo que despotrican, hablando del Director de provisiones, del Sr. Ferrer, del Gobernador general, del Ayuntamiento, de España y de otras majaderías semejantes, hacer como que nɔ se oye, porque contradiciendo se puede salir mal desde luégo, y aprobando se puede tener que sentir despues. Ya sabes que á veces los que las sueltan más gordas suelen ser... En fin, cuando se oigan ciertas proposiciones, irse á otra parte como si llamara alguno. Yo volveré lo más presto que pueda.

Dicho esto, bajó con ella á la cocina para ver si habia novedad, descolgó de un clavo la capa y el sombrero, epilogó con otra mirada á la mujer las antleriores instrucciones, y salió de casa. Al hacer estas operaciones tomó en su mente el hilo del apóstrofe que habia empezado á la cabecera de la cama del pobre Lorenzo, y lo iba prosiguiendo en el camino.

—Terco serrano!-decia (porque por más que Lorenzo hubiese querido ocultar el lugar de su naciiniento, le descubrian sobradamente sus palabras, su pronunciacion, su cara y sus modales).-A fuerza de política y prudencia me habia zafado yo limpio de un dia como este; y parece que el demonio te ba metido en que vengas á descomponerlo todo. įFatan posadas en Milan para que te vinieras á tropezar con la mia? Si por lo ménos bubiese venido sólo, podria haber hecho yo por esta noche la vista gorda, y ma-