Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/217

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 205 —

como un caballo lozano que siente el freno, y exclamó:

«jpaciencia!»

Bien, hijo!-dijo el Escribano,-este es el modo de salir bien. ¿Qué quieres? Yo conozco que es cosa bastante pesada; pero comportándote bien, sales presto del enredo... Ya que veo que procedes como hombre honrado, estoy dispuesto á favorecerte, y quiero darte un consejo para tu bien. Créeme, que yo entiendo estas cosas: anda derecho, sin mirar alrededor, sin darte á conocer; de esta manera nadie repara en ti, nadie nota que vas preso, y conservarás tu estimacion. Dentro de una hora ya estás puesto en libertad. Hay tanto que hacer, que los señores iendrán ellos mismos prisa de despacharte, y sobre todo yo hablaré... irás á tus negocios, y nadie sabrá que has estado en manos de la justicia... Y vosotros,-prosiguió con tono de autoridad, volviéndose á los esbirros,-cuidado con hacerle daño, porque yo le protejo. Cumplir con vuestra obligacion es justo, pero no olvideis que éste es un hombre de bien, un mozo honrado, que como dentro de poco estará en libertad, le conviene conservar su buen concepto. Que nada llame la atencion, como si fuérais tres amigos que van de paseo.-Y concluyó diciendo: ¿Habeis entendido? Volviéndose luégo á Lorenzo cop calma y rostro sereno, le repitió de nuevo:

—¡Vaya, juicio! Haz lo que yo te digo; ffate de quien te quiere bien, y vamos andando.

Y con esto echaron á andar todos.

Pero de tantas palabras melosas nada creyó Lorenzo: ni que el Escribano le quisiese como decia, ni que se tomase tanto interes por su reputacion, ni que tuviese intencion de favorecerle; nada de esto. Conocia muy bien que aquel zorro viejo, temiendo que se presentase en el camino alguna ocasion favorablo para escapar, empleaba todas aque- İlas zalanerías á fin de distraerle é impedir que se aprovechase de ella: por manera que semejantes exhortaciones no sirvieron sino para confirmar más á Lorenzo en lo que allá en su cabeza se habia propuesto, que era hacer todo lo contrario.

De aquí nadie debe inferir que el Escribano fuese un principiante y novicio, porque se equivocaria: era un belaco matriculado, dice nuestro historiador; pero en aquella ocasion estaba muy temeroso y confuso. En otra situacion sin duda se hubiera burlado del que para inducir á otro á hacer una cosa de suyo sospechosa, se lo hubiese