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bermosas sendas sin tomar el camino real, en donde hay tanto polvo, tanto polvo que es cosa de ahogarse? ¡Hace tantos dias que no llueve!

—Me parece que sí,-contestó la vieja;-podeis preguntar en el primer pueblo que encontrareis, caminando siempre 8obre la derecha,-y se le nombró.

—Muy bien!-dijo Lorenzo.

Y se levantó de la mesa. Cogió un pedazo de pan que le habia sobrado, pan unuy diferente del que encontró el dia ántes al pié de la Cruz de San Dionisio; pagó el gasto, y saliendo tomó á la derecha.

Para no ser demasiado prolijo, diré que con el nombre de Gorgonzola en la boca, caminó tanto de pueblo en pueblo, que llegó á él ántes de ponerse el sol.

Ya en el camino habia resuelto hacer en Gorgonzola otra paradita, y tomar una refaccion algo más sustanciosa. Su cuerpo sin duda le hubiera agradecido algun poco de cama; pero Lorenzo ántes de condescender hubiera dejado que pereciese en el ca la hostería cuánto distaba el Ada, adquirir noticias con maña de algun atajo, y tomar el camino en cuanto acabase de hacer algun tanto por la vida. Nacido y criado cerca del manantial, digámoslo asi, de aquel rio, habia oido decir várias veces, que en cierto punto y por largo trecho marcaba los límites entre el territorio de Milan y el de Venecia. A la verdad no tenía una idea exacta del punto ni del trecho, pero por entónces el asurto principal era pasar al otro lado, y si no lo conseguia en aquel dia, estaba resuelto á caminar hasta que la noche y las fuerzas se lo permitiesen, y aguardar luégo el amanecer del dia siguiente en campo raso á donde Dios quisiera, con tal que no fuese hostería.

A los pocos pasos de haber entrado en Gorgonzola, vió una muestra de hostería, entró en ella, y al hostalero que vino á recibirle le mandó que le sacase algo de comer, y media racion de vino; que ya las millas que habia andado y el tiempo le habian hecho pasar algun tanto la ojeriza mortal que le tenía.

—-Despache ustled,-añadió,-porque necesito ponerme en camino al instante.

Y esto lo dijo no sólo porque era verdad, sino tambien por ei miedo que tenía de que pensando el hostalero que quisiese permanecer allí aquella noche, le acometiese preguntándole su nonmbre y apellido, de dónde venía, á dốnde jba, y por qué asuntos: por lo tanto... ;fu era! porque su ánimo era preguntar en