Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/233

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 221 —

dande alrededor de la posada, se reunieron y libertaron al tunante.

Y qué ha sido de él?

—Nadie lo sabe: se habrá escapado, 6 tal vez estará escoadido en Milan. Esa gente no tiene casa ni hogar; y sin embargo encuentran en todas partes quien los abriga y les da de comer; pero les dura miéntras el diablo puede y quiere ayudarlos, que al fin, cuando ménos lo piensan, caen, porque euando la pera está madura es preciso que caiga del årbol, y á cada puerco le llega su San Martin. Lo que hay de ciertó es que las cartas han quedado en poder de la justicia, y que por ese hilo se sacará el ovillo de toda la trama: se dice habrá mucha gente comprometida: allá se las avengan: han trastornado todo Milan, y áun querian hacer cosas peores. Dicen que los panaderos son unos bribones: yo tambien lo sé; pero quien debe ahorcarlos es la justicia: que hay grano escondido; ¿quién lo ignora? pero le toca al que manda tener buenos espías para sacarlo de donde está encerrado, y hacer danzar en el aire á los monopolistas en compañia de los panaderos. Y si el que manda no pone remedio, la ciudad debe representar, y si la primera vez no hacen justicia, recurrir otra vez, que á fuerza de representaciones se consigue todo lo que se quiere, y no establecer la maldita costumbre de entrar furiosos en las tiendas y almacenes y saquearlos.

Lo poco que Lorenzo habia comido se le volvió veneno.

Pareciale un siglo cada minuto que tardaba en salir de aquella posada, y áun del país. Más de diez veces se dijo á sf mismo: vámonos de aquí; pero el miedo que siempre tenía de hacerse sospechoso, y se habia aumentado notablemente, llegando á tiranizar todos sus pensamientos, le obligó otras tantas á quedarse como clavado en el banco.

En tal perplejidad pensó que aquel hablador habia de acabar alguna vez de hablar de él, y decidió levantarse en cuanto le oyese entablar otra conversacion.

—Por eso,-dijo uno de los circunstantes,-yo que sé muy bien lo que son esas cosas, y que los hombres honrados están muy mal en los tumulios, resistí á mi curiosidad y me he mantenido quietecito en mi casa.

—Por ventura me he movido yo de ella?-dijo otro.

—Y yo?-añadió otro.-Si por casualidad me hubiera hallado en Milan, hubiera dejado sin concluir, si era necesario, cualquiera negocio, y me hubiera vuelto á mi casa al instante. Tengo mujer é hijos, y además, digo la verdad, no me acomodan esos alborotos.