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frente con el dedo, como hizo en la posada de la Luna llena} quiero decır uno que sepa su oficio?

—Es lo mismo: aqui no pasa de ganso. Sabes lo que dice el amo cuando habla de mí? Aquel ganso ha sido un ángel del cielo para mis asuntos; si no tuviese á ese ganso, me veria bien alarugado. Esta es la costumbre.

—Pues es costumbre muy tonta, y al ver lo que sabemos hacer, porque al cabo hemos sido nosotros los que bemos traido acá este oficio, y los que le sostenemos, ges posible que no se hayan enmendado?

—Hasta abora no; tal vez con el tiempo se corregirán los muchachos que vayan creciendo; pero en cuanto á los hombres bechos, no hay remedio, han tomado esa maña, y no pueden dejarla. Y últimamente, qué vale eso? Algo peores eran las galauterfas que te han hecho y te querian hacer nuestros queridos paisanos.

—Ya se ve: es verdad, si no hay otro mal...

—Ahora que ya te has convencido de eso, verás cómo te va bien. Vamos á ver al amo.

Efectivamente todo fué bien, y tan conforme con lo que Bartolo babia prometido, que nos parece inútil referir los pormenores. Y verdaderamente fué efecto de la Providencia, porque los ahorros que Lorenzo habia dejado en su casa, veremos muy preslo cuán poco podia.contar con ellos.

CAPÍTULO XVIII.

El mismo dia 13 de Noviembre llegó una requisitoria del Capitan de justicia de Milan al podestá (corregidor) de Leco, para averiguar el paradero de cierto mozo llamado Lorenzo Tramallino, hilador de seda, que se escaró de la gente prædicti egregii domini capitanei, que se cree haya vuelto palam vel clam á su país, ignotum, siendo justamente verum in territorio Lauci, quod si compertum fuerit, sic esse, trate el señor Podestá quanta marima diligentia fieri poterit, de prenderle, y bien atado, oidelicet, con esposas (1), constando por experiencia ser insuficientes las (1) En la época á que se reflere esta historia y muchísimos