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| manillas para el indicado sujelo, de meterle en la cárcel, donde quedará bien guardado, para entregarle á la persona de justicia que se enviará por él. y tanto en el caso de hallarle como en el contrario, accedatis ad domum pradicti Laurentri Tramaliini, et facla debita diligenlia, quidqsid ad rem reperlum fuerit auferalis. et informaliones de illius p'ava qualitate, vita, et complicibus sumatıs, y de lodo lo dicho y hecho, se encuentre ó no se encuentre, diligenter refferatis. El señor Podestá, despues de haberse cerciorado del mejor modo posible de que el individuo no se ballaba en el país, liamó al Cónsul (alcalde pedáneo) del puoblo, y conducido por él, y acompañado del tren de escribano y esbirros, pasó á casa de Lorenzo. Como eslaba cerrada, y el que tenfa las llaves no se encontraba 6 no queria que se le encontrase, descerrajaron la puerta y se practicó la ditigencia, esto es, se procedió como en una ciudad iomada por asallo. Lt fama de esta expedicion se extendió inmediatamente por todo el pais, y llegó á oidos del padre Cristóbal, el cual no ménos admirado que aligido, fué preguntando á unos y á olros, para averiguar la causa de tan inesperado suceso; pero no pudiendo adquirie sino conjeturas y noticias contradictorias, escribió al padre Buenaventura, esperando tener datos más positivos Entretanto, fueron citados los parientes y amigos de Lorenzo, para que declarasen lo que sabian de su prava condueta.

Ya era una desgracia, una deshonra, un delito llamarse Tramallino, el país estaba alborotado, y por fin se vino á saber que Lorenzo se babia escapado de las manos de la justicia en el nismo Milan, y que habia desaparecido; se sospechaba que hubiese hecho alguna fechoría, pero nada se contaba de positivo, y si se contaba era de distinta manera.

Cuanto mayor se suponia la fechoría, tanto ménos se creia en el pais, en donde Lorenzo tenfa la opinion de un mozo bonrado. La mayor parte de la gente presumia, y se decian unos á otros al oido que todo aquello era una tramoya de D. Rodrigo para perder al pobre mozo; y esto prueba que juzgando por inducciones, y sin conceimiento de los hechos, á veces se perjudica á los mismos malvadosaños despues, todos los despachos de justicia, escrituras, autos, diligencias judiciales, etc., se extendian en casi toda la Italia en latin macarrónico, del que pres nta una muestra el autor, tanto para burlarse de semejante costumbre, como para manifestar los trámites judiciales que se seguian en casos de esta naturaleza.