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| Pero nosotros con conocimiento de causa, como se suele decir, pod-mos asegurar que, si bien D. Rodrigo no tuvo parle en la desgracia de Lorenzo, tuvo gran complacencia er oirla, y la celebró con sus secuaces, y especialmente con el conde Atilio, el cual, segun su proyecto, debia hallarse en Milan; pero con las primeras noticias de la trapisonda que andaba en aquella ciudad, y de la canalla que corria las calles con distinta idea de la de recibir palos, juzgó conveniente aguardar á que las cosas estuviesen más claras, tanto más, cuanto habiendo ofendido á mucha gente, tenfa bastante motivo para lemer que algunos de kos que sólo por impotencia se esluvieron quielos, animados por las circunstancias, creyesen que aquél era el momento oportuno para vengarse de todos. No lué de mucha duracion este retardo, porque la órden que vino de Milan contra Lorenzo indicaba claramenle que las cosas habian vuelto á su estado ordinario, y, con efecto, las noticias positivas que casi llegaron al mismo tiempo lo aseguraban. El conde Atilio dispuso inmediatamenle su viaje, animando á su primo para que insistiese en la empresa, à fin de quedar airoso, y prometiéndole que por su parte se ocuparia en quitarle el estorbo del fraile, à quien no debia hacer buen eslómago el favorable contratiempo de Lorenzo. Apénas partió el Conde, cuando llegó de Monza salvo y sano el Canoso, y dió razon á su amo de lo que habia podido averiguar, dieiéndole que Lucia estaba recogida en tal convento, bajo la proteccion de tal señora; que alli se hallaba tan encastillada como si fuera monja ella misma, y que jamás ponia los piés en la calle, tanto, que asistia á las funciones de la iglesia por una rejilla, lo que desagradaba á muchos que habiendo oido hablar algo de sus aventuras y celebrar infinito su belleza, hubieran querido verle la cara.

Esta relacion metió el diablo en el cuerpo á D. Rodrigo, 6, por mejor decir, empeoró l que ya de suyo era muy perverso. Tantas circunstancias favorables á sus miras inflamaban cada vez más su pasion, que era un conjuoto de tema, cólera y libertinaje. Como Lorenzo estaha ausente y proscrito, le parecia que era licito hacer cualquiera cosa contra él, y que su misma novia podia considerarse como objeto perteneciente á un rebelde.

El único hombre del mundo que podia sacar la cara por ella y hacer valer su justicia era el endiablado fraile, el cual se hallaria dentro de poco en la imposibilidad de hacer daño. Pero hé aquí que un nuevo obstáculo, no sólo