Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/269

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 257 —

blecido su domicilio en su quinta, en donde, seguro á fuerza de delitos, se burlaba de los jueces, de la justicia y de toda autoridad. Situado en la frontera del Estado, hacia una vida independiente, dando abrigo á todos los bandoleros, y siendo bandolero él mismo.

Hacer todo lo que prohibian las leyes, meterse en los negocios de los demas sin más interes que el de mandar despóticamente, y ser temido de todos, habia sido siempre su pasion dom.ipante. Desde su más tierna edad, al ruido de tantas tropelías, arbitrariedades y contiendas, y á vista de tantos tiranos como presentaba aquella época de confusion y desórden, envidiaba semejante condicion, anhelando imitarlos.

Siendo jóven y viviendo en la capital, no sólo no perdia ocasion alguna, sino que las buscaba para entrometerse con los más famosos de aquella profesion, y venir á contienda con ellos, ya con objeto de darles que hacer, ya con el de obligarlos á buscar su amistad. Aventajando á la mayor parte de ellos en riquezas y clientela, y quizá á todos en atrevimiento y fuerza, consiguió que muchos abandonasen loda especie de rivalidad: á muchos dejó escarmentados: y muchos se hicieron amigos suyos, pero amigos sumisos y dependientes. Sin embargo, en úitimo resultado venía él å ser dependiente de todos; porque á cada momento pedian su auxilio en sus empresas; y como el huir el cuerpo hubiera sido motivo á que se disminuyese su crédito, cometió, ya por si, ya por otros, tantos atentados, que no bastando á sostenerle contra la fuerza pública y los odios privados, ni su nombre, ni su familia, ni sus amigos, tuvo que abandonar el campo y salir del país. Tan grande era el estado de anarquía de aquella época, que Ripamonti cuenta que el dia que este hombre poderoso tuvo que abandonar la ciudad, la atravesó toda á caballo y á són de corneta con grande acompañamiento de criados y perros, y al pasar delante del palacio del Gobernador general, dejó å la guardia una embajada de groserías para aquel magistrado.

En su ausencia no cortó la correspondencia con sus ami - gos, sino que conservó siempre relaciones con ellos, contrayendo además nuevas amistades; y los historiadores de aquel tiempo aseguran que hasta príncipes extranjeros se valieron de él para deshacerse de algunas personas. Finalmente, despues de algun tiempo cuyo espacio se ignora, ya fuese por haber sido indultado, ya fuese porque su atrevimiento le sirviese de salvaguardia, resolvió volver á 17