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otros saliendo de sus casas, se juntaban con el primero que encontraban en el camino, y á modo de conocidos antiguos' marchaban juntos como á un viaje ya convenido. Las apariencias todas eran de agitacion y júbilo general, y el campaneo simultáneo de los varios esquilones, que unos más léjos, otros más cerca, se oian en todas aquellas cercanías, era como la voz comun que expresaba aquellos sentimientos, supliendo por las palabras que no podian llegar allá arriba. Miraba el señor del castillo, y cuanto más miraba, crecia en él la curiosidad por saber la causa de tanta alegría en los ánimos de tan diversas gentes.

CAPÍTULO XXII.

No tardó en volver el bravo con la noticia de que el dia anterior el cardenal Federico Borromeo, arzobispo de Milan, habia llegado al pueblo de***, en donde permaneceria hasta la mañana siguiente, y que la noticia de su llegada, esparcida la noche ántes, habia excitado en los pueblos el deseo de ver aquel prelado; para lo cual el repique de campanas servía de aviso y de demostracion de júbilo. Habiendo quedado solo el señor del castillo, continuó mirando al valle, mucho más pensativo que ántes. «¡Por un hombre, decia para si, por un hombre tanto alboroto! ;tanta alegría! ¿Qué tendrá ese hombre para causar semejante júbilo? De todos esos que parecen tan alegres, ninguno habrá que no tenga su demonio que le martirice; pero ninguno como el mio. Algunas monedas que distribuirá á la ventura... aunque no todos irán por limosna... Algunas señales en el aire... algunas palabras... ;0jalá tuviese para mi palabras de consuelo!... Si no fuera... Y por qué no iré yo tambien á verle?... ¿por qué no?... Quiero ir; quiero hablarle de silla á silla... Pero įgué le diré?... Le diré..., oiré lo que él me diga.»

Tomada en confuso esta determinacion, acabó aprisa de vestirse, se echó encima un sobretodo con apariencia militar; se colgó un par de pistolas al cinto, en el cual colocó tambien su puñal de costumbre, y descolgando de la pared una carabina casi tan famosa como él, se la echó á la espalda, tomó el sombrero, se lo puso y salió del euarto, di-