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aquellos á quienes alcanzaba, le miraban con recelo, le saludaban y acortaban el paso para quedarse atras. Llegado al pueblo, donde el concurso era inmenso, allí fué ello.

En cuanto se presento, corrió su nombre de boca en boca, y coimo todos le abrian paso, se llegó á uno de aquellos prudentes, preguntándole dónde se hallaba el Cardenal.

—En casa del cura párroco,-respondió el preguntado, dándole las señas de ella.

Habiéndose dirigido á la misma, entró en un patio en donde habia un sinnúmero de eclesiásticos, que todos se quedaron mirándole con atencion y como recelosos. Vió enfrente una puerta abierta de par en par que daba á una pequeña sala en donde igualmente estaban reunidos mucihos clérigos. Quitóse la carabina de encima, la puso en un rincon, y se metió en la sala. All! tambien hubo murmullo, miradas, repeticion de su nombre, y luégo silencio:

sin embargo, no impidió esto el que se volviese á uno de los circunstantes preguntándole dónde estaba el Cardenal, pues queria hablarle.

—Yo soy forastero,-respondió el clérigo; y recorriendo con la vista la sala, llamó al Capellan secretario que en un ángulo de ella estaba justamente diciendo de quedo á un compañero suyo: «Este es aquel tan famoso: ¿qué vendrá á hacer aquí? Dios nos libre!» No obstante, al oirse llamar en lanto silencio, no pudo dejar de acudir á donde le llamaban.

Hizo una reverencia al señor del castillo, oyó su pretension, y mirándole á la cara con recelosa curiosidad, bajó inmediatamente los ojos al suelo, estuvo algunos instantes titubeando, y luégo dijo con voz balbuciente:

—No sé si su ilustrísima (1) podrá ahora... si estará...

no sé... en fin, entraré á ver...

Y fué de muy mala gana á dar el aviso al Cardenal, que se haltaba en en la pieza inmediata.

En este punto de nuestra historia no podemos ménos de pararnos un poco, como el viajero que triste y cansado de un camino en país árido y silvestre, se detiene un rato á la sombra de un árbol frondoso en la verde hierba y cerca de una fuente de agua cristalina. Hemos venido á dar con un varon cuyo nombre y memoria en cualquier (1) En la época á que se refiere esta historia, que pinta con la mayor exactitud y verdad las costumbres de aquellos tiempos en una gren parte de la Italia, áun no tenian los Cardenales el tratsmiento de Eminencia, que les concedió despues Urbano VIII.