Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/305

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 293 —

| cónclaves á que asistió, no sólo se granjeó el concepto de no haber jamás aspirado á aquel puesto, tan lisonjero paru la ambicion, como temible para la piedad, sino que una vez en que un compañero suyo de gran crédito fué á ofre< cerle su voto y el de los de su faccion (que por desgracia este titulo le daban entónces), desechó el Cardenal la propuesta, en términos que aquél desistió de su idea, dirigiendo sus miras á otra parte. La misma modestia y repugnancia á predominar se advertian en las ocasiones más co - munes de su vida. Tan solicito é infatigable como era en disponer y gobernar cuanto lo creia de su obligacion, otro tanto huia de mezclarse en asuntos ajenos, y áun se eximia con teson cuando le buscaban.

Si quisiéramos ocuparnos en reunir todos los rasgos notables de su carácter, ciertamente formaríamos un conjunto singular de méritos al parecer opuestos y dificiles de ballarse reunidos; pero no omitiremos el referir otra singularidad de la vida de este ilustre varon, que ocupado oontínuamente en actos de gobierno, de negocios, de enseñanza, de audiencias, de visitas dioccsanas, de viajes y de oposicion, no sólo se aplicó al estudio, sino que lo hizo con todo el aprovechamiento que hubiera bastado para un literato de profesion. Y en efecto, entre tantos y tan diversos títulos de alabanza, mereció en alto grado el de hombre docto.

No debemos, sin embargo, ocultar que abrazó y sostuvo firmemente algunas opiniones que en el dia parecerian más bien extrañas que mal fundadas á lo3 que tuviesen empeño en acreditarlas de buenas. Para el que quisiese defenderlo en esto, habria la disculpa tan usual y corriente de que eran errores de su tiempo, disculpa que puede ser válida cuando se saque del exámen particular de los hechos; pero que aplicada en general y aisladamente, como de ordinario se bace, y es justo hacer, nada significa; y así no queriendo nosotros resolver con fórmulas simples cuestiones complicadas, omitiremos exponerlas, bastándonos haber indicado de paso que tratándose de un varon tan admirable en conjunto, no pretendemos sostener que lo fuese parcialmente en todas sus cosas, para que no parezca que hemos tratado de componer una oracion fúnebre.

No es sin duda agraviar á nuestros lectores el suponer que puede haber alguno que pregunte: ¿Cómo este hombre ilustre, con tanto talento y estudio no ha dejado algun monumento? Cerea de ciento son las obras que ha dejado entre grandes y pequeñas, impresas y manuscritas: todas se