Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/329

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 317 —

urgentes le llamaban á su parroquia. Fué á buscar su caballo, es decir, el baston que habia dejado en un ángulo de la sala, y se puso en camino, miéntras el caballero se quedó aguardando á que el Cardenal saliese de la iglesia.

La buena mujer, despues de haber dado å Lucía el mejor asiento en su hogar, se puso á preparar la comida, rehusando con cordial rusticidad las demostraciones con que aquella se esforzaba en manifestar su agradecimiento.

Añadiento con presteza leña al fuego en que estaba dispuesta á hervir en un perol una buena gallina, cortó en una taza rebanadas de pan, y llenándola de sabroso caldo se la presentó á su buéspeda: y al ver que la pobre iba recobrando vigor, se dió á sí misma el parabien de que este incidente hubiese ocurrido en un dia en que su hogar no estaba desprovisto.

—En todas las casas-dijo-hay gaudeamus hoy, menos en las de los pobres, que apénas tendrán uu pedazo de pan moreno y una escudilla de polenta de maíz; pero áun éstos esperan algun socorro de un señor tan caritativo. Nosotros, á Dios gracias, no nos hallamos en tanto apuro: con lo gana mi marido y con los cuatro terrones se va pasando.

Coma usted, pues, con buen ánimo, en tanto que acaba de cocer la gallina, que es alimento de más sustancia.

Y recogida la laza, siguió con sus preparativos, y puso la mesa para la familia.

Confortada Lucía algun tanto, y recobrada con las fuerzas del cuerpo las del espíritu, empezó á aliñarse por hábito y por instinto de aseo y de pudor: arregló su cabello, rebaciendo las trenzas casi sueltas, estiró su pañuelo del cuello, y en estas operaciones se enredaron sus dedos en el rosario que llevaba pendiente. Al mirarlo se agolparon en su fantasía un tropel de encontrados afectos. El recuerdo del voto que hasta entónces habian oscurecido mil distintas sensaciones, se le presentó de improviso con todas sus consecuencias. Su ánimo, no bien alentado, quedó de nuevo sobrecogido, y á no haber estado preparada por una vida de inocencia, resignacion y confianza en Dios, la consternacion que se apoderó de ella se hubiera convertido en despecho. Despues de una lucha de pensamientos diffcil de expresar, las' primeras palabras que salieron de su boca fueron estas: «¡Desgraciada de mí! ¿qué es lo que he hecho?»

No bien hubo prorumpido en tales exclamaciones, cuando se sintió horrorizada. Presentáronsele á la memoria todas las circunstancias del voto, su cruel conflicto, la persuaque