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cabeza; despues de haber exclamado repetidas veces:

«;Dios mio! ¡Virgen Santísima!» despues de haber hecho al comisionado mil preguntas á que no pudo responder, se entró precipitadamente en el carro, sin dejar en todo el camino sus exclamaciones é infructuoso interrogatorio.

Pero al llegar á cierto paraje se encontró con D. Abundo, que caminaba paso á paso con su baston. Paróse el Cura, y prorumpiendo entrambos en una interjeccion de sorpresa, se apeó la mujer, y retirados los dos á un castañar próximo al camino, le contó D. Abundo cuanto habia oido y lo que habia visto por sus ojo8. No quedaba, á pesar de esto, la cosa muy clara; pero al cabo era lo bastante para que Inés quedase segura de que su hija estaba libre de riesgos.

Quiso en seguida D. Abundo entrar en otra materia, y dar á la madre de Lucía ciertas instrucciones acerca del modo de conducirse con respecto al Cardenal, si éste, como era probable, deseaba ver å entrambas, á fin de que no le hablasen del casamiento, como cosa inoportuna; pero conociendo Inés que D. Abundo sólo trataba de su propia conveniencia, le dejó plantado sin ofrecer cosa alguna, 6, por mejor decir, sin comprometerse á nada, y despidiéndose de él, prosiguió su viaje.

Llega por fin el carro y se pára á la puerta del sastre. Levántase Lucía atropelladamente, se apea Inés con igual precipitacion, y se arrojan en los brazos una de otra.

La buena mujer, que se hallaba sola en casa, las alienta, las tranquiliza, se congratula con ambas, y con prudencia y discrecion las deja solas á prelexto de disponer una cama, pues tenía proporcion para ello; aunque si así no fuese, ella y su marido hubieran dormido en el suelo, ántes que permitir que fueran á hospedarse á otra parte.

Paeado aquel primer desahogo de abrazos y sollozos, quiso saber Inés la funesta aventura de su hija, quien se dispuso dolorosamente á contársela por menuc lector sabe muy bien que esta era una historia que ninguno sabía por entero, conteniendo incidentes oscuros é incomprensibles para la misma Lucía, y sobre todo la fatal combinacion de haberse encontrado en el camino con el funesto coche cuando justamente por una extraña casualidad iba Lucía pasando por él.

Acerca de este punto, la madre y la hija se perdian en conjeturas, sin atinar, 6, más bien, sin dar ni aproximadamente en el hito. Por lo tocante al autor principal de la Pero el