otra. Si en aquel caso el señor Cura nos hubiese dicho francamente lo que pasaba, y hubiese casado á mis pobres hijos, nos hubiéramos ido todos juntos secretamente á paraje lejano, de donde ni el aire hubiese traido noticias nuestras.
—Ya haré yo que el señor Cura me dé razon de este embrollo,-dijo el Arzobispo.
—No, señor; no, señor,-prosiguió Inés.-No lo digo yo por eso. Nada le diga vuestra señoría: lo que pasó, pasó, y å lo hecho pecho. Y luégo ¿de qué serviria? Es un hombre así, y en igual ocasion, obraria de la misma manera.
No satisfecha Lucía del modo con que su madre refirió su historia, añadió:
—Tambien nosotras hicimos mal. Se ve que no era la voluntad del Señor que el casamiento se verificase.
—¿Pues qué mal has podido hacer tú, inocente?-preguntó el Cardenal.
Lucía, á pesar de las miradas que á hurtadillas le echaba su madre, contó la tentativa hecha en casa de D. Abundo, y concluyó diciendo:
—Obramos mal, y Dios nos ha castigado.
—Aceptad como cosa de su mano las tribulaciones que habeis padecido, y cobrad ánimo,-dijo el Cardenal,-porque quién tendrá más motivo de alegrarse y de esperar que los que han sufrido pesadumbres y se confiesan culpados? Preguntó despues por el novio, y sabiendo de Inés (pues Lucía callaba con los ojos bajos) que estaba fugitivo, manifestó admiracion y disgusto, y queriendo saber la causa, refirió Inés lo poco que sabía de la historia de Lorenzo.
—He oido hablar de ese hombre,-dijo el Cardenal,-y no comprendo cómo un sujeto complicado en asuntos de tan mala especie, andaba en tratos de casamiento con una jóven como esta.
—Era un mozo muy bueno y honrado,-contestó con voz firme Lucía, poniéndose al mismo tiempo colorada. .
—Sí, señor,-aña bueno. Y esto puede vuestra señoría preguntarlo al mismo Cura. ¿Quién sabe las tramas que se habrán urdido por allá? ¡Es menester tan poco para que á los pobres se leshaga parecer bribones!
—Es mucha verdad,-dijo el Arzobispo.-Basta: yo me informaré de todo.
Y apuntando nombre y apellido, añadió que pensaba pasar á su pueblo dentro de pocos dias, que entónces Lucía Inés;-sí, señor; era demasiado