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podria volverse sin temor, y que entretanto le buscaria un asilo seguro hasta que todo estuviese arreglado.

Volvióse luégo á los amos de la casa, que entónces se le acercaron algo más, y reiterándoles las gracias que ya les habia dado por conducto del Párroco, les preguntó si tendrian inconveniente en retener por algunos dias aquellos huéspedes que Dios les enviaba.

—įInconveniente? no, señor,-contestó la mujer con una voz y un semblante más expresivos que su lacónica respuesta, embargada por la cortedad.

Pero el marido, animado por la presencia de tan alto personaje, y la gana de lucirlo en tan solemne ocasion, estaba discurriendo una brillante respuesta. Arrugó, pues, la frente, levantó los ojos, frunció los labios; pero á pesar del tropel confuso de ideas que se le presentaron, sólo pudo echar fuera esta expresion: «¿Cómo, señor, nos habíamos de negar?...» sin ocurrirle otra cosa, por lo que no sólo enténces quedó corrido, sino que en lo sucesivo jamás pudo recordar aquel lance sin humillacion y disgusto.

Despidióse el Cardenal diciendo: «;La bendicion del Señor sea por siempre en esta casa!»

Preguntó por la noche al Párroco cómo podria recompensar de un modo decente á aquel honrado artesano por su hospitalidad, que en aquella época de escasez le serfa gravosa forzosamente, y sobre todo tratándose de un hombre que, segun las apariencias, no era rico.

—Verdad es-contestó el Párroco-que las utilidades de su profesion y el producto de una corta heredad que posee el buen sastre, no bastarán este año para ponerle en estado de hacer grandezas; pero mediante algunos ahorros de los anteriores, es de los más acomodados del pueblo, y se halla en el caso de sufrir tales gastos con el mayor gusto, con la circunstancia de que se ofenderia si se le diese dinero.

—Y no tendrá algunos créditos contra gentes pobres que no puedan pagarle?

—Oh! eso sf. ¡Figúrese su llustrísima cómo habrán podido pagarle este año los que apénas tuvieron cosechă el anterior.

—Pues bien,-repuso el Cardenal:-á mi cargo corren esas deudas, de que usted me hará el gusto de pedirle una nota.

—Debe ser cantidad no pequeña.

—Mejor. Y no habrá tambien algunos que, si nada le deben, es porque no ha habido quien les fie?