Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/347

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 335 —

| dió el recado, que las disculpase. Miéntras fué gente, como suele decirse, de poco pelo la que trató de conocer á la jóven del milagro, el sastre se prestó siempre á hacer lo que solicitaban; pero en este caso miró la resistencia como una especie de grosería. Hizo tantos visajes y tantas exclamaciones; dijo que eso no era regular; que era una casa grande; que á los señores no se les hacian semejantes desaires; que podian hacer su fortuna, y que la señora doña Práxedes, además de todas sus circunstancias, era tambien una santa, y en fin, alegó tantas razones y argumentos á su manera, que Lucia tuvo que ceder con tanto más motivo, cuanto Inés confirmaba todas aquellas razonesy argumentos con otros tantos: «;cierto! ;cierto»

Llegadas ambas á la presencia de doña Práxedes, las acogió ésta con felicitaciones y muestras de aprecio y cariño, preguntó, aconsejó, y todo con cierta superioridad innata, templada con tantas expresiones humildes, tantas ofcrtas, tantas apariencias de devocion, que Inés al momento, y poco despues Lucia comenzaron á seutirse aliviadas de aquel respeto opresor que al principio les habia infundido la presencia señoril de doña Práxecdes. y ya encontraban en ella no poco atractivo. En una palabra, oyendo doña Práxedes que el Cardeual se habia ofrecido à busearles un asilo, movida del deseo de contribuir y anticiparse à aquella buena intencion, se ofreció á recibir á la muchacha en su casa, en donde no tendria más ocupacion que la de coser, planchar é hilar, añadiendo que tomaba á su cargo el ponerlo en noticia de su Ilustrisma.

Además del bien muy obvio é inmediato que presentaba aquella obra de caridad, otro encontraba y se proponia dona Práxedes mucho más importante, segnn su modo de ver, cual era el de disipar sus errores y reducir á la buena senda á quien tanto lo necesitaba. Porque desde que oyó la primera vez hablar de Lucia, creyó al momento que en una jóven que prometió su mano á un calavera, á un alborotador, no podia ménos de haber alguna mácula oculta, por aquello de «dime con quién andas y te diré quién eres.»

Habíala confirmado en senmejante opinion la visita de Lucía, no porque en lo esencial no le pareciese una buena muchacha, sino porque habia algo que deducir del concepto de completa. Aquella cabecita baja, metida en el pañuelo del cuello, y el no responder, 6 el responder á pausas y como por fuerza, aunque debian indicar pudor, para doña Práxedes manifestaban terquedad, y segun ella, no era necesario mucho para adivinar que en aquella cabecita bu- 22