Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/349

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 337 —

era para él un tormento continuo el poco órden que habia sobre este particular.«Todo esto sucede, decia, con los demas de la familia, por la demasiada bondad de este bendito señor, y por su mucba familiaridad; por manera que yo mismo he oido más de una vez contestarle sf y n6.»

Hallábase el Cardenal justamente hablando en aquel instante con D. Abundo sobre asuntos de la farroquia; de modo que tampoco éste tuvo lugar de bacer á las mujeres las prevenciones que deseaba. Solamente al pasar á su lado, cuando él salia y ellas entraban, pudo darles á entender con los ojos que estaba contento de su proceder, y que guardasen reserva como mujeres de bien.

Despues de la buena acogida por una parle, y las primeras cortesías por otra, Inés sacó del pecho la carta y se la entregó al Cardenal, diciendo:

—Es de mi señora doña Práxedes, la cual dice que conoce mucho á usía ilustrísima, como naturalmente todos los señores deben conocerse: leyéndola lo verá usía ilustrisima.

—Muy bien!-dijo el Cardenal, despues de haber leido la carta, y baber sacado el sentido entre las metáforas y los piropos de D. Ferrante.

Conocia bastante aquella casa para estar seguro de la buena intencion con que era admitida Lucia, y de que estaria libre de las asechanzas de su perseguidor. No sabemos á punto fijo qué concepto tenía formado de la cabeza de doña Práxedes; probablemente no sería la persona que hubiera escogido para semejante encargo, pero no solia, como hemos dicho y dado á conocer en olra parte, deshacer las cosas hechas por aquel á quien pertenecian, para volverlas á hacer niejor.

—Sufrid con resignacion-añadió-tambien esta separacion, y la incertidumbre en que os hallais, con la esperanza de que será corta, confiando en que Dios dirigirá las cosas á su verdadero término, y que lo que quiera, será siempre lo mejor para vosotras.

Dió á Lucía en particular algunos consejos, consolo á las dos, las bendijo y las despidió.

Al salir á la calle se hallaron rodeadas de una infinidad de amigos y amigas, y se puede decir de todo el lugar que las aguardaba, y las acompañó á su casa como en triunfo.

Entre aquellas mujeres, unas se congratulaban, otras hacian preguntas, y todas manifestaban disgusto al oir que Lucía debia ausentarse el dia siguiente. No eran menores las demostraciones de los hombres: cada uno se ofrecia á